Por Rodrigo Rangles Lara

El Vocero Presidencial, Carlos Jijón intentó salvar al gobierno, ahora en franca picada, hilvanando una descabellada tesis, según la cual, el infierno desatado en la penitenciaría del litoral sería “un acto terrorista”,políticamente urdido, en paralelo con “un informe que está pidiendo la destitución del presidente de la República”.

Lástima y pena provocan escuchar a una persona ¿convencida? de una desventurada elucubración, tratando de justificar la irresponsable actitud del presidente Guillermo Lasso Mendoza y el equipo encargado de la seguridad ciudadana, el manejo de las cárceles y la administración de justicia.

Debemos recordarle a Jijón que esos supuestos actos de terrorismo se iniciaron en enero, con los 79 primeros privados de libertad masacrados en esa cárcel, un día después de la apresurada renuncia del general Fausto Cobo, seguramente, porque conocía lo que iba a suceder y el presidente Lasso, acusó a disputas entre los cartelesinternacionales del narcotráfico.  

En esa misma línea discursiva, con ligeras variantes, manejaron indolentes los 22 asesinatos carceleros en julio; los “insignificantes” 6, en agosto y los 117 de septiembre que, ciertamente, resultaron oprobiosos para el país;porque, la conmoción social que, en principio negaron, obligó a declarar el ilegal estado de excepción que, en esa materia, no ha servido para nada.

Juraron, reiterativamente, que “las cárceles están bajo control”, por supuesto, no dijeron de quien, porque era un secreto a voces que armas y municiones entraban a la penitenciaría libremente, mientras policías y militares “vigilaban”, muros para afuera. Entrar suponía un riesgo a su seguridad.

Este pequeño resumen con el propósito de recordarle al Vocero Presidencial que, a ningún palaciego, se le ocurrió hablar, hasta entonces, de actos terroristas con tintespolíticos; porque, recién, el 2 de octubre de 2021 salen a la luz los Papeles de Pandora, implicando de evasor, perjuro y testaferro a su comandante en Jefe, con riesgo no solo de perder el cargo en Carondelet sino de ir a la cárcel, a gozar“el paraíso” que crearon juntos, en el cogobierno de la traición.

El dantesco episodio vivido la madrugada del viernes último, con otro macabro saldo de 68 reclusos amputados, decapitados, incinerados, asesinados, en una agenda de muerte anunciada desde el mismo jueves – de acuerdo a crónicas periodísticas afines al gobierno – e imágenes transmitidas durante el asalto, rogando la intervención de policías y militares, que jamás movieron un dedo a fin deimpedir semejante genocidio. 

Y, claro, nada hicieron, porque sus jefes, presidente incluido, disfrutaban de la fiesta de gala y el boato protocolar celebrando otro aniversario de los famosos marines norteamericanos, de inolvidable presencia en incontables puntos del planeta, cumpliendo consignas de guerra al servicio de los intereses imperiales.

Las imágenes de ese salvajismo dantesco – la angustia de familiares pidiendo ayuda a oídos sordos y, en su impotencia, acusando al “gobierno de asesinar a nuestros familiares”- se difundieron en el Ecuador y el mundo, provocando una conmoción social que hunde al gobierno en un desprestigio imparable.

Lasso acusa a la justicia; la justicia, devuelve el cumplido a Lasso; renuncia el jefe del Comando Conjunto que se niega a ser manipulado; la Asociación Ecuatoriana de Magistrados (AEMA) exige a la Fiscalía y a los medios de comunicación “cesar con los pedidos de la imposición de medidas privativas de libertad sin sustento y de manera desmedida”, con lo cual queda probado, además, que esos medios mercantiles acusan, encausan y administran justicia, por encima del criterio jurídico.

En este doloroso escenario, ecuatorianos aparece el presidente Lasso para hablar en redes sociales,  en tono dramático y supuestamente dolido, de las “víctimas inocentes y las tragedias de las masacres”, para continuar luego, en acto de contrición, auto inculpándose de lo sucedido y responsabilizar también al correísmo “en la crisis de los derechos humanos que se viven en las cárceles del país”.

Los presos y sus familias conocen a fondo lo que el correísmo hizo para reivindicarlos, capacitarlos y reinsertarlos en la sociedad, con un trato digno y humano mientras cumplían sus condenas ¿Quién o quiénes desmantelaron la institucionalidad de seguridad ciudadana, justicia y sistema carcelario? Ellos saben que Moreno, Lasso y su insensible sistema neoliberal les ha reducido a condición de seres infrahumanos negándoles, incluso, el derecho a la vida. Tarde o temprano deberán responder ante las leyes y la historia.

Asustados y sin brújula, con una opinión pública adversa y condenatoria; enredados en su laberinto de mentiras e incompetencias, se inventa Jijón una maquiavélica tesis para vincular las masacres con “terrorismo”, Papeles de Pandora, política y oposición que tiene nombre y apellido:el correismo.

Ahora veamos qué sucede con los famosos Papeles de Pandora. ¿Correa pidió a Lasso que oculte sus riquezas en los paraísos fiscales? ¿Correa pidió a Lasso que evadiera impuestos? ¿Correa le asesoró para que jure en falso ante el Consejo Nacional Electoral? ¿Correa le embarcó en la idea de transferir los bienes de Lasso a su esposa e hijos?

Cogido “in fraganti”, gracias a 600 periodistas de más de 50 periódicos del mundo, trata inescrupulosa e inmoralmente de acusar – para librarse, y librar a su familia, de los rigores de la ley – acusando de conspirar y preparar un golpe de estado, a quienes buscan el cumplimiento de la ley .

En esa línea va la tesis de Jijón, con la infaltable ayuda de los poderes fácticos que, ahora, movieron apurados a unos ex presidentes de varios países alineados en una llamada Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) liderada por el ultra- conservador español José María Aznar y joyitas, como los demo- populares Oswaldo Hurtado y Yamil Mahuad, tan “queridos, añorados y respetados” por el pueblo ecuatoriano.

En esa “pléyade” de lumbreras ex gobernantes que apoyan a Lasso, afirmando que “antes de postularse se había despojado de las inversiones que tenía en Panamá”, encontramos a los golpistas bolivianos Carlos Mesa, Jorge Tuto Quiroga; al filo pinochetista chileno Eduardo Frei o a los colombianos César Gaviria y Alvaro Uribe, este último, conocido narcotraficante y financista de los paramilitares autores de más de seis mil “falsos positivos”y el asesinato de más de mil activistas sociales.

Esos caballeros, en cinismo digno de Ripley – lean bien por favor – “Llamaron a la Asamblea Nacional del Ecuador a respetar el Estado de Derecho, preservar el orden democrático y garantizar la estabilidad política, pilares en los que se asientan el desarrollo de los países y el progreso de los pueblos”.

Dios los cría y el diablo les junta. Hombres sin corazón y cínicos redomados.

Por Editor