Este 13 de abril debía iniciar el año lectivo 2020 en la Costa. Al menos, así lo planificó el Ministerio de Educación en el nuevo cronograma de actividades, dado a conocer en enero
Sin embargo, debido a la pandemia causada por el coronavirus este proceso está postergado hasta el 4 de mayo
Ese salto, no detuvo el “frenesí” de algunos dueños de establecimientos educativos para debitar de cuentas o de tarjetas de crédito los valores por la mensualidad de abril y de los útiles escolares, a los padres de familia que cancelan por esa modalidad. Otros jefes de hogar, sin saber lo que se avecinaba, se acercaron a finales de febrero e inicios de marzo a pagar a las colecturías respectivas
Lo cierto es que los montos descontados en plena emergencia pudieron emplearse para la compra de alimentos o de medicamentos, en caso de un eventual contagio o que se presenten otras afecciones en la familia
La cartera de Estado, cuya titular es Monserrat Creamer, poco o nada hizo, para exhortar a los rectores o accionistas de esos colegios y escuelas a fin de que se detengan esos débitos
Hace unos días, en una de las tantas cadenas del régimen la funcionaria se limitó a decir que “podían diferirse esos pagos” ¿Y si la crisis sanitaria dura hasta junio o julio?
Tarde, muy tarde para ese anuncio
Ya millares de familias se descapitalizaron
Así, alrededor de 2 millones de estudiantes eran quienes debían acudir a las aulas. De ellos, 144 mil lo iban a hacer por primera vez
Centenares de padres de familia expresaron, a través de sus redes sociales, su oposición a que sus hijos vayan a los salones de clases por el temor a que resulten contagiados.
El ministerio del ramo propuso en días pasados que la opción es que los chicos y adolescentes reciban sus materias online
Hasta aquí todo parecería perfecto
Este escenario quizás solo es posible en “la mente” de Andrés Michelena, ministro de Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información, mentalizador junto a otras autoridades de una línea directa (171) para atender las emergencias provocadas por la Covid-19 y del desarrollo de la aplicación SaludEc
La primera como es de conocimiento público ha colapsado y de la otra herramienta, se desconoce su efectividad
Si estas dos alternativas tecnológicas desarrolladas por el momento emergente que atraviesa el país no han funcionado, NADA GARANTIZA que las clases online vayan a dar resultados
Y esto por varias razones que para entenderlas basta con revisar lo que indica la Encuesta Multipropósito-TIC 2018, del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC)
Pero antes de observar esos números y de acuerdo a la opinión de un técnico de una multinacional de las telecomunicaciones con más de 25 años de experiencia en el sector (me reservo el derecho de citar su nombre), para que las clases se dicten con normalidad en casa, ese hogar debe tener un óptimo servicio de internet. Es decir, con una capacidad mínima de 20 megas, cuyo costo oscila entre $ 40 y $ 50, dependiendo de la compañía proveedora. De lo contrario se caerán las conexiones, las páginas tardarán en abrirse y demás inconvenientes
Estas últimas compañías acumulan, como era de esperarse, cientos de denuncias en la Defensoría del Pueblo, entre otras cosas, por problemas técnicos que inciden en el acceso a la web
Entonces, ¿quién garantiza que los estudiantes puedan participar de clases virtuales?
Ahora vamos a revisar lo que dicen las cifras del INEC para tener un mejor panorama
En cuanto al equipamiento tecnológico a escala nacional solo el 24.5% de los ecuatorianos tiene una computadora de escritorio en casa, el 24.2% posee una portátil en su domicilio y el 11.2% cuenta con una notebook o una tablet en su morada
Respecto al acceso a internet, el 37,2% tiene el servicio en casa en Ecuador. A nivel urbano llega al 46,6% y rural solo al 16.1%
A escala nacional, solo el 50.1% de la población usa una computadora, mientras que el 55.6% lo hace en el área urbana y el 38.2% en el área rural
Al revisar por grupos-edad el uso de los ordenadores, en el que corresponde a entre 5 y 15 años (alumnos de escuelas y colegios), el porcentaje llega al 62.2%.
Pero vamos un poco más allá. El uso de internet en el país llega al 55.9% de la población (un poco más de la mitad de los 17 millones de ecuatorianos). En el área urbana es del 64.4% y en la rural del 37.9%
Para cerrar las cifras y porcentajes con el fin de avanzar a las demás realidades veamos el lugar de utilización de internet a escala nacional: el 66.2% lo hace en el hogar, 11.6% en el trabajo, 7.2% en una institución educativa, 10.2% en centros de acceso público y 3.9% en casa de otra persona. La diferencia corresponde a otros.
Estos son los números fríos, oficiales y que tienen como fuente cerca de 27 mil hogares
El otro escenario es el que se vive casa adentro y en las familias que no fueron encuestadas
¿Cómo hace un padre de familia que tiene una computadora en el domicilio, pero tres hijos en escuelas o colegios y las clases online son el mismo horario? La respuesta es sencilla: no van a poder estudiar esos chicos
Si antes, los vástagos de ese jefe de hogar encendían el ordenador para hacer deberes e investigaciones, de implementarse esta modalidad, el consumo de energía eléctrica crecerá, lo cual incidirá en la economía de ese grupo humano
Así mismo, los chicos estarán más horas “pegados” de una computadora. ¿Quién controla todo lo que está viendo o no ese muchacho, ante el eventual hecho que papá y mamá trabajen?
Eso es lo que podría pasar en casa, ahora vamos a observar en los planteles. ¿Tienen hoy cada uno de estos la capacidad para montar plataformas en las que se alberguen entre 200 y 400 chicos? ¿Necesitarán de más megas para que los maestros dicten las clases? ¿Tocará invertir un valor que no estaba programado? De acuerdo al técnico consultado para este análisis ‘SÍ’, lo tendrían que hacer y dependerá de las condiciones de operación que necesiten. Ese monto se recargaría, seguramente, a los padres de familia
El Estado, a través de la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT) puede intervenir, pues posee un data center en donde alojaría toda esa infraestructura y un portafolio de internet (al menos para los establecimientos fiscales), no obstante es común escuchar a sus clientes cuestionando la calidad de sus servicios
Otro aspecto, es el costo que tendría para el mismo Estado el desarrollo de toda esta red que integre a los estudiantes con sus respectivos colegios
El Municipio de Guayaquil posee 6 mil puntos de WiFi en diferentes sectores, más el tiempo de acceso es limitado. Abrirlo es la opción obvia, pero ¿podría resistir a los miles de estudiantes, transeúntes y decenas de ciudadanos que se engancharían cada día? Su red no llega a los sectores populares, es decir, ahí ya habría internet para unos, pero no para otros. ¿Y en los pequeños cantones de la Costa cómo van a implementar este planteamiento ministerial?
La propuesta de clases online para el régimen Costa, se lee o suena como un paso más al mundo de las TIC’s (Tecnologías de la Información y Comunicación), pero en la práctica…
El colapso y la saturación de los servicios de internet es lo que está más a la vista…