Ya está claro con quiénes y para quiénes no quiere gobernar Lenín Moreno. Y con solo mirar ahora quiénes le dan la espalda, salen a las calles y renuncian a sus cargos, no cabe duda que el escenario está definido: la derecha (con sus simulaciones y adulaciones) se siente bien servida y atendida. Por más que Jaime Nebot o Guillermo Lasso sean “críticos” con las medidas del gobierno, en el fondo se sienten muy bien atendidos. Y ni qué decir de las cámaras y gremios empresariales de la oligarquía, porque los pequeños industriales y artesanos ya sintieron el impacto y pueden decir con claridad que para ellos no gobierna uno de sus socios: el actual Presidente de la República.

En cifras el “paquetito” adoptado la semana pasada no le representa una solución inmediata ni efectiva ni al déficit fiscal ni muchos menos a la necesidad de cubrir los gastos sociales para cumplir con la oferta (ya no de campaña) sino de gobierno: Toda una Vida. Es más, como está planteado el escenario le hará falta otro “paquetito” antes de octubre porque para ese mes el “flujo de caja” estatal estará en rojo. Y por eso se entiende la “prudencia” del Ministro de Finanzas cuando habla de que irán “evaluando el impacto” de las últimas medidas para ver hasta dónde alcanzan los recursos. Mucho más cuando ya sabemos que el barril de petróleo a $70 no es para el Estado, sino que el 85% va directamente a las petroleras con lo cual Moreno y su entorno paga los favores a quienes lo sostienen en el cargo.

Entonces, el escenario es claro: crean las condiciones para que el FMI “atienda” al país, ponga plata y con eso justifican la necesidad de créditos emergentes. Por supuesto, a diferencia de Argentina, antes de que las cosas se pongan mal hacemos el deber y nos llega el dinero sin necesidad de paquetazos o impactos sociales directos. Todo irá gota a gota, simuladamente y con el mayor cinismo, como ya parece que se hace todo en este gobierno.

Ahora, además, queda más claro el objetivo político: arrasar con el correísmo (que en otras palabras es acabar con las políticas públicas, la garantía de derechos, la institucionalidad y la soberanía); instaurar un sistema de persecución y amedrentamiento (en el que caerán por supuesto también los supuestos izquierdistas que apoyaron la Consulta y participaron del Gobierno); y crear un sistema de seguridad nacional bajo el esquema de la “Doctrina de Seguridad” (para eso ya tenemos al mayor representante de ese pensamiento en el Ministerio de Defensa y a la Embajada en todos los espacios de “coordinación” con buques y aviones vigilando todo).

Al menos ahora a muchos de los ingenuos que apoyaron la Consulta (gremios de artistas, trabajadores, servidores públicos, entre otros) ya saben que la instauración de un sistema neoliberal no es asunto de “libertades” o “purismos”. En la práctica están condenados históricamente por coadyuvar a legitimar un sistema económico y político anclado a una embajada extranjera y a una estrategia regional que elimine toda posibilidad de volver al progresismo continental.

Y por lo pronto, antes de terminar el 2018, previamente a las elecciones locales, ya tendremos cerrado el paquete y con ello Moreno habrá cumplido a cabalidad su tarea, ordenada desde espacios que solo él y su entorno íntimo conoce. Ya no tiene cerca (para que no le fastidien) a uno solo de los ministros que llegaron desde Alianza PAIS en mayo de 2017. Por tanto, incluso si quiere renunciar ya no tiene problema porque así como se intentó hacer con Jaime Roldós, como lo confesó John Perkins, ya tendría asegurado el futuro de su familia y el suyo propio donde no pueda ser requerido ni política ni judicialmente por todas las violaciones a la Constitución y a las leyes de la República (ahora sí de nuevo) bananera.

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