“¡Si los problemas son nuestros, las soluciones también!”. Así caminamos en nuestro país donde imperan el caos y la confusión. Un gobierno con el rumbo definido al neoliberalismo que despoja a la inmensa mayoría de la población. Una campaña electoral que no tiene ni pie o cabeza, sino la seguridad de que la mayor parte de los candidatos buscan poder para sacar provecho personal. Crecen, por un lado, el desempleo y la pobreza, y, por el otro, la destrucción de la naturaleza con los proyecto de minería y de extracción petrolera. “Nuestros sueños no caben en sus urnas”, dicen las mujeres y los jóvenes, porque “otro país es posible, urgente y necesarios” y otra Iglesia también. Así lo demostró en Riobamba durante 30 años monseñor Leonidas Proaño.

  1. “NUESTROS SUEÑOS NO CABEN EN SUS URNAS”

Es la frase de una Agencia de Noticias cuyo antor protesta por la utilización que hacen de las mujeres ciertas candidatas para las elecciones del próximo 24 de marzo. Es cierto que la reorganización del Consejo Nacional Electoral, sus pugnas internas y su manera de acompañar la campaña electoral dejan muchas dudas e interrogantes. Una de las críticas es la falta de representación en igualdad entre varones y mujeres. Además las necesidades y las propuestas de las mujeres no entran en la preocupación de la mayoría de los candidatos. Continúan los femicidios al nivel nacional y ¡su promedio es de un asesinato semanal! Hace falta mucho trabajo y muchas reformas para que las mujeres puedan aportar en la construcción de un país más inclusivo y respetuoso, menos machista y patriarcal.

Esta misma frase “Nuestros sueños no caben en sus urnas” también se puede aplicar a los jóvenes. Tal vez sean ellos los más desencantados por la política, los más críticos de una democracia que bien poco los toma en cuenta, los más preocupados por un porvenir digno con empleos adecuados a su profesionalización. Si miran por el medio ambiente, tienen sobradas razones de estar asustados por el futuro que les vamos a dejar: las alarmas de destrucción de la naturaleza por todas partes están en el rojo permanente.

Como adultos, ¿de qué manera tomamos en cuenta sus sueños, sus necesidades, sus miedos, sus preocupaciones? Parece que estamos en 2 mundos paralelos y superpuestos y sin grandes comunicaciones… Se desinteresan de la campaña electoral porque está pensada sin ellos. No creen en las elecciones porque hablan de fraude y están seguros que no van a cambiar su situación. Desconfían de los políticos porque ven que su mayor afán es un puesto donde robar y engañar para sus intereses personales.

Las redes sociales son la cancha donde más se expresan los jóvenes… ¿Cuántos estamos en interesarnos en sus comunicados? ¿Dónde están las ONGs que repercutan los pedidos de los jóvenes? ¿Cómo se organizan espacios y estructuras que faciliten su escucha, sus propuestas, su acompañamiento, su empoderamiento en las materias que más le dificultan la vida? Estas actitudes y actividades tienen que comenzar en la familia y en el barrio, desarrollarse en los centros de educación: ¿qué espacios tienen los jóvenes en las decisiones familiares, barriales, locales, educativas, provinciales? ¿Por qué no hay una ley que exige un porcentaje significativo de jóvenes en las listas electorales? La mayoría de las estructuras administrativas muestra una imagen patriarcal con puros varones a la cabeza, y varones viejos que nos quieren jubilarse nunca: el Consejo Transitorio de Participación Ciudadana, como las nuevas autoridades que ha nombrado por todas partes, son ejemplos patentes y decepcionantes de tal situación. En un país donde la mitad de su población tiene menos de 30 años, ¿dónde están participando e incidiendo los jóvenes?

En su reciente estadía en Panamá por la Jornada Mundial de la Juventud, el papa Francisco ha abogado por los jóvenes: “Ustedes no son el futuro sino el ahora de Dios… Las propuestas de Dios no son para apagar sueños, sino para encender deseos». A ver cómo nos abrimos a los sueños de los jóvenes, cómo les hacemos partícipes de las decisiones que les conciernen, cómo apoyamos sus iniciativas para un futuro donde quepan de cuerpo entero.

  1. TRAS LA HUELLAS DE MONSEÑOR PROAÑO

A finales de enero se celebró en varias ciudades de nuestro país un aniversario más del natalicio de monseñor Leonidas Proaño, ex obispo de la diócesis de Chimborazo. Su vida, su palabra, su testimonio siguen siendo un ejemplo singular después de 30 años de su ‘pascua’ ocurrida en 1988. Su liderazgo eclesial y social ilumina el caminar de muchos.

Monseñor Leonidas Proaño hace parte de los ‘Padres de la Iglesia’ de América Latina por haber encarnado de una manera relevante el seguimiento de Jesucristo a lo largo de toda su vida. Su testimonio a favor de los derechos humanos y de los derechos de los Pueblos indígenas es una fuente renovadora hoy por la defensa y promoción de los mismos. Habiendo tenido la gracia de tratarlo durante más de 10 años, puedo afirmar que tenía claros 3 ejes que guiaban su vida: la solidaridad con los pobres, la unión de la fe con la vida y el protagonismo de los pobres organizados.

Al ejemplo de Jesús, Proaño hizo la opción por los pobres, porque los pobres son las víctimas inocentes de la injusticia, son los ‘empobrecidos’: Empobrecidos por los patronos, empobrecidos por estructuras de explotación, empobrecidos por el sistema capitalista que nos gobierna. Hoy optar por los pobres es asumir sus causas, sus luchas, sus opciones. Es aprender a pensar y a creer como ellos, a actuar y luchar con ellos y a la manera de ellos. ‘Ellos’, es decir, los pobres organizados, conscientes, valientes. A ver cómo, en este tiempo de campaña electoral, sabemos discernir en los candidatos las alcaldías, prefecturas y Consejo de participación ciudadana, gentes que han hecho y hacen suyas las causas de los pobres, promoviendo sus proyectos, con ellos, desde ellos, según ellos.

El segundo criterio de acción de monseñor Proaño era unir siempre fe vida, Evangelio y compromiso político. Nos invitaba a “caminar con los 2 pies: el pie de la fe y el pie de la organización popular”. Las características del cristiano consisten en una doble pertenencia: a la comunidad cristiana y a la organización popular. Un bautizado no puede limitarse a rezar e ir a misa. En Santa Cruz destacaba escrito en una pared el objetivo de la diócesis: “Ser un Iglesia que construye el Reino desde los pobres”. La fe de Proaño se traducía en pasión por el Reino. Por eso fomentó la organización de los pobres tanto en la Iglesia como en la sociedad.

El tercer criterio de monseñor Proaño era: fomentar el protagonismo de los pobres. Fue a la vez un líder religioso y un líder social. Nos decía que la misión de la Iglesia es la organización de los cristianos en comunidades de fe que luego se solidarizan con los comités barriales, los sindicatos, las organizaciones populares, los partidos políticos. “Vislumbro, decía monseñor Proaño, que la organización indígena es una alternativa de sociedad tanto en lo económico como en lo político”. Por eso ayudó a los indígenas del Ecuador a despertar, valorarse, expresar su cosmovisión, motivándolos para tener su propia organización afín de incidir en las estructuras sociales, políticas y económicas del país. Participó de sus luchas, a veces encabezando sus manifestaciones. ¿Cuándo veremos nuevamente obispos encabezando las luchas y manifestaciones de los pobres para sustituir el maldito neoliberalismo que nos gobierna?

Monseñor Proaño es un modelo deslumbrante de líder eclesial y social, por eso en toda América Latina y en Europa se lo conoce como “el profeta de la Iglesia de los pobres” y “el obispo de los Indios”… Las y los que admiramos a monseñor Proaño, debemos seguir las huellas que nos dejó, clarísimas. La civilización del Bien vivir es la meta que hay que comenzar o continuar a vivir en nuestras familias, nuestras comunidades, nuestras Iglesias, nuestra vecindad y nuestro Ecuador entero. ¡Quiera Dios que así sea, con la bendición de Proaño!… “porque no hay mal que dura 100 años” y nuestros sueños tienen acontecer poco a poco en este nuestro país que parece ‘tierra de nadie’.

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