Los magnates y mandamás del planeta decidieron que los viejos de 65 años y más deben pasar a mejor vida para “salvar la economía” que, en su nuevo indetenible ciclo de crisis, amenaza con dinamitar las estructuras mismas del gran capital.

Aunque parezca increíble, esa descabellada propuesta escuché, por vez primera, a la inefable abogada francesa Cristine Legarde, ex Presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), ex Presidente del Comité Estratégico Global y actual Directora del Banco Central Europeo.

Ese personaje no es poca cosa si tomamos en cuenta que, a la cabeza del FMI, actuó como entusiasta agente para consolidar y, en algunos países, implantar el neoliberalismo, modelo económico abiertamente favorable a las transnacionales y generador de un verdadero genocidio al hundir en la miseria a incontables seres humanos y provocar la muerte de 17 millones, cada año, por hambre.

En esa misma línea, el republicano de 69 años Dan Patrick, Vicegobernador de Texas, pidió a los abuelos “sacrificarse y dejarse morir para salvar la economía” y añadir- en tono patriótico – que como “estamos asistiendo a un colapso económico”, entonces, “hay que jugarse la vida para mantener a Estados Unidos como es”

En el planeta, el Banco Mundial calcula una población sobre los 900 millones mayores de 60 años, población con tendencia a crecer, consecuentemente, los nuevos maltusianos piden la vida de esa nada despreciable suma de humanos, a cambio de mantener el sistema capitalista, adorador del dinero.

Esa es la ética que llevó a la Asociación de Multimillonarios Norteamericanos, socios del republicano mayor y Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a oponerse inicialmente a medidas protectoras de la población, cuando comenzó el brote de Coronavirus, porque paralizaban el sistema productivo – financiero,  argumentando: “no podemos dejar que el remedio sea peor que la enfermedad”. 

En ese contexto, el científico, politólogo y lingüista norteamericano Noam Chomsky acusó a la dirigencia de su país de haber creado el bicho como arma destinada a una guerra biológica de baja intensidad con el fin, entre otros, de afectar la economía china, mantener la hegemonía geopolítica y eliminar a los viejos del planeta.

Y explica aquello de “guerra de baja intensidad biológica” porque el virus se diseñó para afectar con sentencia de muerte a los adultos mayores que, debido al normal envejecimiento de sus células, bajan las defensas y afectan su sistema inmunológico, peor aún si los ancianos tienen una deficiente calidad de vida que, como conocemos, sucede con un enorme porcentaje de esos 900 millones de habitantes en países pobres.

Por supuesto – como ha demostrado la realidad – también el virus está afectando severamente a países considerados “desarrollados” como Francia, Italia, Alemania y los propios Estados Unidos que comienzan a contar por decenas de miles los afectados, sin discriminar a viejos de la misma clase dirigente ahora afectados y, con mayor saña, entre los 50 millones de pobres, de los cuales unos 12 millones son niños y adolescentes, según cifras de las Naciones Unidas.

Un reporte suscrito por la OXFAM sobre la aplicación de ese modelo económico inhumano, injusto y concentrador de la riqueza – que los grandes oligopolios, las transnacionales y los poderes hegemónicos pretenden salvar – revela que, en el 2019, “dos mil 153 personas más ricas del mundo dispusieron de más dinero que las 4 mil 600 millones de personas más pobres juntas”.

A propósito de la presencia del bicho en la casi totalidad de países de los cinco continentes, se vive una enajenante campaña mediática que, además de sembrar abiertamente pánico en la población con inconfesables fines comerciales y políticos que algún momento se descubrirán, intenta convencernos que el Covid 19 es el causante de la crisis económica actual, tratando de tapar las el verdadero origen del mal.

La clase dominante norteamericana vive asustada porque su país, a pesar de las guerras inventadas para apropiarse de recursos naturales en varios puntos del planeta, registra una deuda externa impagable equivalente al 175 por ciento de su Producto Interno Bruto, debido, entre otras causas, a los desaforados gastos que demandan esos conflictos bélicos y mantener una red de aproximadamente mil bases e instalaciones militares, en más de cien países y territorios, sustento y esencia de su ahora debilitada hegemonía, frente a China o Rusia, sus contrapartes en los ámbitos económico, con el primero, y militar con el segundo.

Pese al propósito de sus creadores de afectar solamente a los adultos mayores, hemos constatado que el virus ataca a toda persona, al margen de su edad o sexo, con débil o bajo sistema inmunológico y ha puesto al planeta al borde de la hecatombe sanitaria porque, los poderes mentalizadores y sus gobiernos serviles auspiciantes de imposiciones neoliberales orientadas desde el FMI, sufren las consecuencias apocalípticas de ese descabellado y terrorífico invento , porque carecen de recursos sanitarios o, éstos son tan endebles, que comenzamos a contar por miles los decesos que jamás debieron suceder.

Si los dardos venenosos apuntan contra los viejos, en procura de nuestra supervivencia y de los seres que amamos, los terroristas del capital no nos dejan otro camino que sumarnos con entusiasmo a la lucha contra ese diabólico sistema que destruye la vida y amenaza la existencia del planeta y de la misma especie humana.

Por Editor