Pedro Pierre

Hoy se termina un año más con sus lotes de alegrías y tristezas. Aparece 2019 con nubarrones amenazantes por la traición a la Revolución Ciudadana: el alza de la gasolina es sólo una muestra de lo que nos espera. Navidad nos da un mensaje de esperanza: Dios ha sembrado en los pobres su utopía de fraternidad. El Viejo nos deja su testamento de rebeldía y dignidad.

¡FELIZ  NAVIDAD!

Este tiempo de Navidad y fin de año, se mesclan religión y política: lo vemos por todas partes, la Navidad religiosa ha sido suplantada por la navidad económico. Eso es un hecho político, porque una Navidad pobre, un Niño Jesús amigo y liberador de los pobres, una religión que, como su fundador, promueve y defiende a los pobres… molestan a los poderes políticos al servicio del poder económico.

En nuestro país las derechas políticas no serían lo que son: en pleno auge a costa del empobrecimiento de millones de ecuatorianos, si el nuncio, los obispos, los sacerdotes, los religiosos y las religiosas optaran como Jesús para promover y defender a los pobres. El silencio, la complicidad y muchas veces el apoyo directo de la mayoría de los cristianos hace que los ricos pueden actuar impunemente mediante el sistema capitalista que produce, según el papa Juan Pablo II “ricos más ricos a costa de pobres más pobres”.

Hace solamente un poco más de un siglo que la política ha sido declarada independiente de la religión, con el gobierno del presidente Eloy Alfaro. Antes gobernaba la religión con el apoyo de los ricos, o sea, los políticos. El cambio ha sido que ahora gobiernan los políticos, o sea, los ricos, con el apoyo de la religión. Y los pobres siguen más pobres y más numerosos, engañados, sometidos, explotados inmisericordemente. Por eso cuando dejan de ser pobres dejan también de pertenecer a las Iglesias.

El Concilio Vaticano II decidió revertir esta situación: “Ser la Iglesia de los pobres”, pero pronto los mismos poderes religiosos archivaron el Concilio. En América Latina los obispos, con los grandes profetas de esa época, se reunieron en Medellín en 1968 para “aplicar el Concilio a América Latina” y lograron dar orientaciones claras y decisivas para que la Iglesia Latinoamericana sea “la Iglesia de los Pobres” que deseaba el papa Juan XXIII, el mismo Concilio, sellado en el “Pacto de las Catacumbas”. Pero las reacciones de los jerarcas católicos más conservadores y los poderes imperiales de Estados Unidos desataron la persecución y el asesinato de más de una decena de obispos, centenares de sacerdotes y religiosas, miles de cristianos de a pie para que fracase una Iglesia continuadora del Reino inaugurado por Jesús, defensora y promotora de los pobres.

Ahora estamos con el papa Francisco que retoma con valentía y sin rodeo los caminos del Concilio, de Medellín y de Jesús. Pero, ¿cuántos lo siguen entre los obispos? ¿Cuántos clérigos quieren que nada cambie? ¿Cuántos decenas de miles de cristianos callan, sordos y ciegos al clamor de los pobres y al grito de Dios en ellos? Y ¿cuántos centenares de miles de jóvenes se van de nuestras Iglesia sin saber que el mensaje de Jesús es muy diferente de lo que allí se predica y vive?

¡Feliz año nuevo, amigas/os y compañeras/os de camino! ¡Feliz año nuevo, papa Francisco! ¡Feliz año nuevo, Iglesia de los pobres! ¡Feliz año nuevo para todas y todos los que luchamos para una fe viva y una sociedad organizada desde los pobres, a la manera de un tal Jesús!

TESTAMENTO PARA  2019

A los jóvenes de hoy, les regalo mis prendas amarillas para que sean tan valientes como los actuales jóvenes franceses y europeos, protestando con sus distintivos ‘chalecos amarillos’.

A los estudiantes, les regalo mi espíritu para que aprendan a ser humanos en plenitud.

Al gobierno, le regalo un cuarto vicepresidente que tenga el valor de lo imposible: trabajar por el bien común del país.

A lo que traicionaron la voluntad popular en las elecciones y ‘se cambiaron de camioneta’, les regalo un año de vergüenza.

A los de las izquierdas, les regalo un despertador para que se levanten con el pie izquierdo.

A los jerarcas de toda índole, les regalo unos lentes transparentes para que vean cómo es la realidad de la mayoría de la nación.

A los ‘salvadores de siempre’, les regalo mi último suspiro para que se queden en silencio para siempre.

A la Comisión Transitoria de Participación Ciudadana, le regalo mi certificado de defunción para que me acompañen lo más pronto posible.

A Trump, le regalo mi voz feneciente para que, por fin, la suya se extinga.

A mis hermanos venezolanos, les regalo mi inquebrantable resistencia para que no caigan en la garras del imperio para que América Latina siga la Patria grande, digna y soberana.

A los rebeldes, les regalo mi reloj para que vayan al compás de las organizaciones populares cuyos líderes no se venden al mejor postor.

A los pobres, les regalo mis manos para que estrechen sus manos y mis pies para que caminen juntos.

A los obreros y los trabajadores, les regalo mi inteligencia para que logren trabajar y gobernarse sin necesidad de un patrón.

A los líderes populares, les regalo mis ojos para que desvelen los lobos disfrazados de mansas ovejas.

A los indígenas, les regalo mis raíces serranas para que sigan siendo indígenas.

A las mujeres, les regalo mi gran corazón para que el suyo late al unísono de los tiempos nuevos y junto a los varones vayan pariendo la humanidad nueva.

A los obispos, les regalo mi bastón para que caminen con los empobrecidos y los atropellados a la manera de un tal Jesús.

A los padrecitos, les regalo mis armadores para guarden sus sotanas en sus roperos.

Al papa Francisco, le regalo las últimas fuerzas que me quedan para que no se desanime en hacer la Iglesia más fiel al proyecto del Reino inaugurado por Jesús de Nazaret.

A mis panas los cristianos comprometidos con la liberación, les regalo mi sueño que está en marcha esta Iglesia de los Pobres que soñamos.

A los niños, les regalo mi sonrisa para que no dejen de reírse para que los adultos los escuchen y respeten.

A mi compadre Rafael, le regalo mi solidaridad para con los que luchamos por un Ecuador que camine derecho.

A los atrevidos, criticones e indiferentes, les regalo mi espejo para que vean lo tontos que son.

A quiénes quieran, les regalo mi dignidad para que no gobiernen los que perdieron muchas elecciones ni quienes les negamos el gobierno.

A mis paisanos, les regalo mi espíritu crítico para que elijan gentes decentes.

A ti mi nieto y nieta, les regalo mi celular para que construyan con otros la justicia y la fraternidad.

A ti mi hijo e hija, les regalo mis ñeques porque “la lucha es el camino”.

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