Consuelo Bowen

El Grupo Banco Mundial, en su Informe mundial sobre competitividad para atraer inversiones 2017-2018 (Global Investment Competitiveness Report 2017/2018), llegó a la conclusión de que la inversión extranjera directa (IED) beneficia a los países en desarrollo, les proporciona la oportunidad de adquirir conocimientos técnicos, de mejorar sus capacidades de fuerza de trabajo, aumentando la productividad y generando negocios y empleos. Entonces es comprensible que en nuestro país todos acordemos que necesitamos atraer estos capitales.

Sin embargo, el debate sobre qué motiva a inversionistas a elegir un destino u otro para su capital continúa, y rebasa en mucho lo que los ciudadanos entenderíamos que pueden ser factores de incentivo. Solemos especular, muchas veces por la ausencia de información generada por gobiernos con tendencias neoliberales como el actual, que podrían ser la estabilidad política, la flexibilidad laboral, la baja criminalidad e incluso la paz social, especialmente cuando diversas fuentes especializadas como el FMI o el Banco Mundial, señalan que la seguridad y un entorno normativo estable, son condiciones importantes para las empresas multinacionales.

En este debate, lo que sí podemos afirmar es que las características de seguridad y estabilidad para los inversionistas y sus capitales no son las mismas que estimamos como ciudadanos. Para ilustrar dos ejemplos, México y Colombia.

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) declaró que México se encuentra en el primer lugar de violencia contra periodistas (12 comunicadores asesinados en el 2017).  Para Reporteros sin Fronteras, México es el país más peligroso para ejercer el periodismo en América Latina. A nivel mundial se ubica detrás de Irak y Siria, empatados en primer lugar. Durante el 2018, a junio, fueron asesinados 6 comunicadores. El viernes anterior a las elecciones del 2 de julio de 2018 en México un periodista fue asesinado a balazos.

A unos días de las elecciones dos candidatos a las alcaldías en dos pueblos del Estado de Michoacán fueron asesinados. Ellos son dos de 130 políticos asesinados en la campaña electoral mexicana, según reporte de la consultora ETELLEKT citada por CNN en Español, en su artículo digital, de 27 de junio de 2018. Según la nota «en México se mata porque se puede» y  “la violencia en México tiene mucho que ver con una situación de ‘impunidad generalizada’ que acaba llevando a la violencia letal».

Pero la inseguridad no espanta a la inversión en México, considerado, por tanto, como un lugar seguro para invertir, pues registró una inversión extranjera directa (IED) preliminar de USD 9,502 millones durante el primer trimestre de 2018. Ese monto es 19.6% mayor que la cifra preliminar del mismo periodo de 2017 que fue de USD 7,945 millones, de acuerdo a un artículo publicado por la Revista Forbes, versión digital, de 21 de mayo de 2018. La misma publicación señala que México obtuvo USD 29,695 millones de inversión extranjera directa (IED) en 2017, 11.1% más que el dato preliminar del año previo.

En Colombia según la Defensoría del Pueblo de ese país, entre enero de 2016 y febrero de 2018, han sido asesinados 282 defensores de derechos humanos. El asesinato de líderes sociales y la violencia en Colombia se han incrementado gradualmente durante enero de 2018 con un total de 23 muertes en todo el país, según datos de distintas organizaciones e instituciones, cuyas cifras varían.

Pese al clima de inseguridad para los derechos humanos en Colombia, este país se ha convertido en uno de los destinos más atractivos de inversión extranjera directa (IED) en Latinoamérica, según la revista digital especializada Portafolio, en nota de marzo 12 de 2018. La Inversión Extranjera Directa (IED) registró flujos por USD 14,518 millones en 2017, lo que representa un incremento de 4.83% frente a 2016, de acuerdo con las estadísticas del Banco de la República de Colombia.

Por tanto, cuando nuestros gobernantes deciden sobre políticas públicas para atraer capital a nuestras desfallecidas economías en desarrollo, no están decidiendo sobre nuestras condiciones de vida como ciudadanos. La seguridad y estabilidad para el capital no es necesariamente la nuestra.

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