Rodrigo Rangles Lara

La falta de argumentos convincentes y la desesperación por salvar  al náufrago candidato presidencial   Guillermo Lasso, condujeron al estratega de ultraderecha, Jaime Durán Barba, a trazar una estrategia sustentada en la mentira.

No debe sorprender la anti ética fórmula usada en el debate contra Andrés Arauz de Unión por la Esperanza, si conocemos que  el mismo Durán Barba se declaró, públicamente,  admirador de Hitler y, en esa condición, acudió a la mañosa fórmula de su amigo Joseph Goebbels:  “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.

Tampoco es la primera, ni será la última, que en una campaña electoral aplique ese principio propagandístico orquestado, por supuesto, con medios de comunicación  de igual sesgo ideológico, cosechando éxitos como en Argentina, donde logró instalar en la Casa Rosada al corrupto Mauricio Macri, para desgracia del pueblo gaucho.

Durán Barba conocía, como todo ciudadano ecuatoriano, las debilidades políticas y éticas de Lasso. No se requiere ser genio para predecir que esos pecados se ventilarían en la enorme cadena mediática, organizada  para difundir el esperado debate presidencial, donde enfrenaría a un joven y talentoso economista ganador de la primera ronda electoral.

Lo predecible sucedió. En distintos episodios del enfrentamiento verbal, Arauz le cantó a Lasso varias verdades. Una de ellas, su responsabilidad en el Feriado Bancario, probada  y documentada de  mil formas por historiadores, analistas, periodistas y  expertos economistas. La respuesta de un desconcertado Lasso, fue simple y sin ruborizarse: “Andrés, no mientas otra vez”.

¿Quién en el Ecuador no sabe que el eterno candidato presidencial de los neoliberales posee su fortuna en los corruptos paraísos fiscales y que el propio Lasso promovió normas para proteger esos capitales? Cuando Arauz requirió a Lasso sobre el tema, nerviosamente respondió: “Andrés, no mientas otra vez”.

¿Por qué –preguntó Arauz – las casas, los vehículos, las propiedades no se encuentran a tu nombre? Lasso, atinó nuevamente a replicar: “Andrés, no mientas otra vez”.

La muletilla repitió tantas cuantas veces  enfrentó verdades irrefutables de dominio público; pero, a medida que lo hacía, se le sentía más seguro, decía la frase con soltura como convenciéndose, de que enunciaba verdades absolutas.

En la barra de Creando  Oportunidades  (CREO), de los Socialcristianos  y de  politiqueros, comentaristas  o periodistas del Statu quo,  festejaban el  cinismo  del postulante presidencial de sus amores; más, la algarabía rebosaba en tonos mayores, en el buró de campaña,  con “Jaimito” a la cabeza.

Había razones suficientes para el jolgorio. Aunque inseguro, nervioso, reseco los labios,  y una exposición  desordenada,  su banquero había logrado seguir con cierta habilidad el libreto preparado para cada episodio del debate, incluido las ofertas demagógicas respecto de la solución a los problemas de los  menos favorecidos del país.

La esencia del debate, para él y Durán Barba, no estaba precisamente en  la exposición de las virtudes del plan de gobierno, o la demostración de  saberes para resolver los graves problemas de los ecuatorianos o las virtudes cívicas, morales e ideológicas que asegurarían la presencia de un estadista ético en la administración del Estado. No, la estrategia real estaba en intentar posicionar a Andrés Arauz como un mentiroso, la mejor manera de deslegitimarlo ante la opinión pública y, tramposamente, pretender  trastrocar los pecados verdaderos de Lasso –como el cogobierno con Moreno – en fantasiosos inventos de su contendor.

La truculenta estratagema, con pretensión a convertirse en tendencia, se evidenció cuando, a minutos de terminado el debate, las redes comenzaron a bombardear memes contra Arauz sustentados en la engañosa frase. En la madrugada del lunes, los pasos a desnivel y vías de las principales ciudades, mostraban  enormes carteles prefabricados alusivos a la misma.

La angustia ante la inminente derrota electoral de Lasso les conduce a  usar, a la manera de Maquiavelo, carente de ética,  una campaña engañosa creyendo que el pueblo se traga ruedas de molino.

El maestro Benjamín Carrión, aquel  recordado autor del Cuento de la Patria, al analizar la vida política nacional y refiriéndose a los conservadores de su época, propensos a la demagogia y la mentira para alcanzar el poder,  sentenció: “Los ecuatorianos perdonamos todo, menos que nos quieran hacer pendejos”.

Ya verán, el 11 de abril, el resultado en las urnas.

RRL

22.03.2021 

Por Editor