El Estado y la lucha de clases, desde una perspectiva humanista busca justicia social, igualdad de derechos, equidaddistributiva, inclusión integrada y solidaridad recíproca.Situación que en el Ecuador no se cumple, debido a que las condiciones de existencia van en contra de las grandes mayorías manejado por un Estado de facto. Sin embargo, su trama operativa mediática apunta a acuerdos y negociaciones  que desvían la atención ciudadana para tapar la precaria realidad de gobernabilidad y de gestión. Sumado a ello, la agenda oficial preelectoral que prepara la segunda fase del reparto de la Patria, donde configura su círculo una composición diversa del conglomerado derechista con el único objetivo de permanecer en el continuismo a fin de garantizar su libertad.

La estructuración del poder desde la perspectiva de Francisco Durand analiza tres factores estructurales “con viejas raíces” en América Latina: 1) alta concentración del poder económico en manos de grandes unidades empresariales en todos los sectores de la economía, frecuentemente marcado por un “factor de jerarquía familiar-social antiguo”; 2) alta concentración de poder decisorio en el Ejecutivo y la Presidencia, inclinada a seguir políticas en favor de grupos particulares en el contexto de un Estado con “bajos niveles de institucionalidad”; 3) una sociedad civil débilmente organizada que puede impactar en las políticas públicas con una frecuencia que “es históricamente más ocasional que regular”.

En consecuencia, se confirma que toda lucha de clases es una lucha política, por lo tanto, sería relevante anotar que las oligarquías y sus servidores, ven con necesidad prioritaria controlar el Estado para sostener su estatus social y económico. Ante aquello, las inclinaciones políticas e ideológicas evalúan sus opciones y modelan sus conciencias con espíritu patriótico y en otros casos promividos por los intereses corporativistas, en medio de un Estado de excepción y popularidad presidencial del peor gobierno de la historia del Ecuador.

La disputa por el poder y su escenario se alinea en procesos  originarios de izquierda y derecha, cada uno con sus matices.En este terreno, otros personajes se definen como de centro y se presentan como  apolíticos o políticos no partidistas, y mencionan como estribillo no importan las ideologías priman los objetivos debido a su baja convicción, principios democráticos y que hacer político. Existen otros personajes que aparecen en las vísperas de las campañas electorales como los oportunistas, que se alinean en función de la tendencia, muchos de ellos con un alto recorrido en diversos partidos o movimientos políticos. También existen los perfiles técnicos con formación política o con competencias orientadas al desarrollo, que son cooptados en algunos casos por líderes partidistas.

Actualmente, el sistema político de la restauración no es más que una facha institucional para ocultar el verdadero control de poder económico social y político por parte de una reducida oligarquía y su círculo minúsculo que condena al pueblo que reclama por sus derechos y garantías, y la independencia de las funciones del Estado.

Esta moralidad económica, es una tendencia o dirección estratégica modelados por su conciencia de corte capitalista que ha sido favorecida históricamente por el sistema del monopolio de la tierra, concentración del poder político, la riqueza, la propiedad territorial y la cultura; personificaban alsujeto con autoridad para la explotación y  discriminación, y con actitudes terratenientes de racismo y elitismo, que condena y construyen pueblos oprimidos por las oligarquías y sus aristocracias criollas, y que incluso se creen dueños de la verdad.

Esta polarización discursiva centrada en el capital motiva entre otras acciones a generar proceso de culturización mediante redes digitales de interacción social que promueva la convergencia a través del debate que permitan recuperar el valor social y la dignidad humana del pueblo ecuatoriano. Para ello, el mantener una actitud irreverente desde el  intelecto, la razón  y la sabiduría, es el deber moral para salir de la ignorancia y transitar por condiciones más humanas y civilizadas.

Por Editor