El mundo está fundamentalmente en una guerra mundial. Esto se comprueba en los frentes abiertos en Ucrania, Afganistán, Siria, Libia, Yemen, Somalia, Sudán, Nicaragua, y Venezuela.
Frente a esa realidad, el Sistema de Naciones Unidas y sus agencias tienen como misión atender las lacerantes y terribles secuelas que genera esta guerra, especialmente para los más vulnerables. Así por ejemplo, la mitad de los refugiados a nivel mundial provienen de cuatro países: Siria, Afganistán, Sudán y Somalía. Además, de los 23 millones de refugiados en el mundo, 12 millones son niños y niñas.
Existen 66 millones de personas que han sido forzadas a abandonar sus hogares debido a la guerra y la violencia. El 80% de esas poblaciones desplazadas buscan refugio en otro país en vías de desarrollo ya que no pueden obtener refugio en los países poderosos. En dichos países sufren desempleo o son precarizados. Así, en Bangladesh se encuentra ubicado el campo de refugiados más grande del mundo, provenientes de Myanmar, donde hay un millón de niñas y niños que huyen de la violencia en su País. La Directora Mundial de UNICEF informó que en dicho campo, se cuenta con un centro de aprendizaje, de los más de 1.800 centros de aprendizaje que esta Agencia tiene ubicado en los territorios más afectados por la violencia a nivel mundial.
En Sudán, el 60% de la población sufre de hambre, es decir que 7 millones de personas sufren esta tragedia. Además, miles de niños son reclutados a la fuerza para fungir de soldados y atacar a sus propias familias.
Pero la hambruna también es una realidad en Yemen, Sudán y Nigeria. Además, en 2019, 46 países y 83 millones de personas necesitan alimentos de manera urgente, lo que significa un aumento del 75% con respecto al 2015. En esta lista constan países latinoamericanos como Guatemala, Honduras y Haití. Por su parte, el Programa Mundial de Alimentos estima que la sequía en Zimbabue está afectando a 6 millones de personas, y que se requieren USD 234 millones para proporcionar alimentos a la mitad de esa población. Sin duda, Yemen es el país con la mayor emergencia humanitaria y de hambre en el mundo, a tal punto que el Director Mundial de la Organización Mundial de la Salud ha informado que más de 300 unidades de salud han sido destruidas en ese País, lo que está haciendo que las enfermedades maten más personas que las propias balas y las bombas.
Igualmente, la inmunodeficiencia adquirida (HIV), la malaria, la tuberculosis y la neumonía son las enfermedades que más vidas cobran cada año a nivel a mundial, especialmente entre los niños y niñas. En 2018, 18 millones de personas recibieron tratamiento para el HIV, 5 millones recibieron tratamiento para tuberculosis, y se distribuyeron cerca de 200 millones de mosquiteros para combatir la malaria. Asimismo, el 22% de los niños y niñas menores de 5 años a nivel mundial tienen una talla deficiente para su edad. En las zonas en guerra y conflicto un niño o niña muere cada 5 días, sin haber cumplido una semana de vida. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, ha denunciado que los niños y niñas se encuentran bajo ataque.
En la República del Congo, no solamente se enfrentan enfermedades terribles como el Ébola, sino que los centros de atención médica son atacados por las fuerzas paramilitares y terroristas para impedir que la gente pueda ser atendida.
De igual manera, sigue prevaleciente la mutilación genital femenina que ha cercenado en todo o en parte los genitales de más de 200 millones de niñas en 30 países de África, el Medio Oriente y Asia.
Así mismo, el acceso a vacunación y alimentación escolar para los niños y niñas más vulnerables es una tarea enorme que requiere toda la dedicación del Sistema de Naciones Unidas y de sus países miembros.
Todo esto junto con la lacerante realidad que, a nivel mundial, 736 millones de personas viven en extrema pobreza, y la mitad de ellos están concentrados en 5 países: República Democrática del Congo, Nigeria, India, Etiopía y Bangladesh. Además estos son los países más poblados del Sur de Asia y del África Subsahariana, que son las regiones del mundo que concentran el 85% de la pobreza en el mundo con 630 millones de personas que viven con menos de 60 dólares al mes. Lastimosamente, esta realidad muy probablemente no cambiará en los países subsaharianos por las siguientes décadas.
La pobreza obviamente se exacerba por la violencia, las crisis humanitarias y de salud, los desastres naturales y el endeudamiento especulativo de los países que impiden que la población acceda a empleo, servicios de salud, educación, agua potable, infraestructura y carreteras, energía eléctrica y servicios financieros.
Por esto, las agencias de naciones unidas y los bancos de desarrollo internacionales claman por mayor desarrollo e inversión de los países pobres y emergentes en las áreas de salud, educación seguridad alimentaria, e infraestructura como las salidas para alcanzar el desarrollo.
La realidad del caso ecuatoriano
Para el Ecuador, el Índice de Capital Humano es 0.60, lo que significa que un niño o niña, cuando llegue a los 18 años podrá ser 60% productiva de lo que podría ser si hubiera accedido a servicios completos y de calidad en salud y educación. El Banco Mundial indica que el 99% de los niños y niñas en Ecuador sobreviven los 5 años, reciben 9 años de educación, sus evaluaciones educativas puntúan 420, cuando el máximo es 625 y el mínimo es 300; el 88% de la población que ahora tiene 15 años sobrevivirá los 60 años, y que el 76% de sus niños y niñas tienen una talla adecuada para su edad. Es importante mencionar que las niñas tienen un mejor Índice de Capital Humano (0.62) que los niños (0.59).
De acuerdo a este Organismo, entre el 2012 y el 2017 el Índice de Capital Humano del Ecuador subió de 0.55 a 0.60. Para 2017, el desempeño del Ecuador fue mayor que el promedio de su Región y que del promedio del conjunto de países de renta media. Asimismo indica que hasta 2017 los resultados del Ecuador fueron mayores a los esperados para su nivel de ingreso como país de renta media.
De acuerdo al Banco Mundial las claves para superar la pobreza son el desarrollo de infraestructura, el acceso a servicios sociales, contar con una administración pública e instituciones sólidas, potenciar los sectores económicos del país como agricultura, industria, y servicios, promover el crecimiento económico, reducir inequidades y mejorar las condiciones de vida. Para esto, esta entidad indica que se requiere innovación, liderazgo, proyectos transformadores, búsqueda de financiamiento y gestión de la liquidez para atender las necesidades de la población, y buscar cumplir los Objetivos de Desarrollo Sustentable desarrollados por el Sistema de Naciones Unidas. Los resultados mostrados por el Ecuador hasta 2017 demuestran que lo realizado en el Ecuador en el periodo 2007-2017 permitió dar cambios estructurales a la situación económica y social del País para combatir drásticamente la pobreza y la inequidad, y mejorar sustancialmente las condiciones de vida de la población. A nivel de agencias internacionales, las acciones de política pública llevadas adelante por el Ecuador, como por ejemplo el manejo de la emergencia del terremoto de 2016, los sistemas de seguridad ciudadana y otros, son un referente sobre lo que se espera de un gobierno para atender eficaz y eficientemente las necesidades de su población.
Sin embargo, frente a los datos y hechos concretos que se han presentado, Moreno habla sobre traer al Ecuador una misión de las Naciones Unidas para “combatir la corrupción”. Frente a esto, debe recalcarse que según el Banco Mundial, existen 89 países de un total de 157, que tienen un nivel de desarrollo menor al del Ecuador, según la clasificación mundial del Índice de Capital Humano. De esos, ochenta y ocho países, con la excepción de Guatemala, JAMÁS han recibido una Misión de las Naciones Unidas para ese fin.
Malgasto de los recursos de las Naciones Unidas
Lenín Moreno utilizó el proceso de transformación profunda que vivió el Ecuador en el periodo 2007-2017 para enfilar su carrera política y personal. Ha ocupado un muy importante cargo en el Sistema de Naciones Unidas gracias al respaldo decidido del Gobierno del Ecuador en dicho periodo.
Lastimosamente, con el objetivo de distraer la atención del país sobre su propia incapacidad y corrupción en la administración del Estado, ahora Moreno utiliza el nombre y los recursos de las Naciones Unidas para satisfacer deseos y ambiciones personales que ninguna relación guardan con los preceptos de transformación nacional que le ubicaron en ese cargo y en la Presidencia del Ecuador.
Primeramente, no se debe pasar por alto el incidente internacional que hizo que por injerencia de Moreno, el ex Presidente y Doctor en Economía (PhD) Rafael Correa, no pueda participar como principal expositor en la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD) a la que fue invitado en 2017 para analizar el manejo de la deuda soberana a nivel mundial.
Luego, la oficina del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en Ecuador, muy cercana a José Augusto Briones, actual Secretario General de la Presidencia, conjuntamente con el Ministerio de Energía de ese País, saltándose todos los procesos normativos vigentes de contratación pública en la República del Ecuador, utilizaron la elusión legal para hacer contratos de selección privada con empresas internacionales que fueron pagados con recursos públicos. Por Ley, estos supuestos “análisis” en realidad le corresponden hacer a la Contraloría General del Estado. La cantidad de recursos de las Naciones Unidas que fueron utilizados en realizar estas acciones por demás politiqueras se desconocen, pero quienes laboran en dicha Agencia lo saben perfectamente y debe estar reportado a nivel interno.
Para mayor vergüenza de esta oficina de Naciones Unidas en Ecuador, su representante, contraviniendo expresamente lo que le dispone el artículo 100 literal 1 de la Carta de la Naciones Unidas que manda: “En el cumplimiento de sus deberes, (…) el personal de la Secretaría no solicitarán ni recibirán instrucciones de ningún gobierno (…)”; y desestimando además los mandatos expresos de la Constitución y la Ley del Ecuador que disponen la existencia del Plan Nacional de Desarrollo que está vigente y es de obligatorio cumplimiento, le mintió descaradamente a la sociedad ecuatoriana diciendo que el “Plan de Prosperidad” de Moreno contribuye a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 del Sistema de Naciones Unidas, lo que es absolutamente falso. Dicho “Plan de Prosperidad” ni siquiera existe en la legislación ecuatoriana. Un fiasco absoluto. Este funcionario debe ser sancionado por Naciones Unidas por haber violado las disposiciones expresas de su juramento como funcionario público internacional.
Ahora, ¿qué cantidad de recursos materiales, humanos, financieros, políticos, y tiempo de Naciones Unidas serán utilizados en esta nueva “Comisión”? Sin duda cada recurso de los donantes y de los propios países al Sistema de Naciones Unidas y sus agencias debe ser orientado para atender las necesidades más acuciantes del mundo y de sus habitantes. La guerra que atraviesa el mundo, y la inmensa tragedia humana que deja en términos de refugiados, hambruna, enfermedad, pobreza y desigualdad así lo obligan. Sin embargo, a Moreno y su círculo de poder esta realidad no les importa, y no escatiman en usar recursos internacionales muy preciados para malgastarlos en un país que estaba mucho mejor sin estos tristes personajes en el poder.
Este acto, nuevamente politiquero, se vuelve más obvio cuando existen organismos internacionales de las propias Naciones Unidas que han implementado verdaderas iniciativas de combate a la corrupción y recuperación de activos públicos robados, y a los que de manera reiterativa el gobierno de Moreno ha decidido no acudir ni establecer ningún acuerdo de trabajo concreto. Lógicamente, si una iniciativa como STAR (Iniciativa de Naciones Unidas y Banco Mundial para la Recuperación de Activos Robados por Corrupción en el Sector Público) es implementada en el Ecuador, lo primero que se analizaría sería las transacciones, orígenes, destinos y adquisiciones de la cuenta INA Investment 100-4-1071378 del Balboa Bank en Panamá y sus relacionamientos con Lenín Moreno, su círculo familiar y de poder. Esto a Moreno le aterra y por eso no hay ningún pronunciamiento gubernamental para que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito analice este hecho concreto de corrupción a costa de los recursos de los ecuatorianos y ecuatorianas.
Para agravar la situación, es una pérdida para el Ecuador que se hayan invertido recursos en una persona como Moreno que estaba llamado a promover la paz y la inclusión social mundial, para que ahora realice actos públicos con personajes que directamente han promovido y motivado la invasión militar al país del que se han autoproclamado representantes. Es terrible también que mientras los países más retrasados mundialmente y que necesitan con desesperación recursos y cuadrillas para fumigar las zonas de criadero de vectores que matan millones de niños con malaria, o asistentes de enfermería y personal médico para dar atención médica, o recursos humanos que permitan preservar las fuentes de agua y la conservación; las personas que ejercen el poder político en el Ecuador, se den el lujo, sin inmutarse, de despedir miles de trabajadores, que justamente con su labor previenen al Ecuador de convertirse en un país retrasado como ocurre con los países del África Subsahariana. Estas acciones aberrantes no solamente dejan sin sustento a miles de familias, sino que además están poniendo al Ecuador en riesgo de caer en emergencias sanitarias y ambientales por negligencia de las autoridades de turno.
Los recursos de las Naciones Unidas están diseñados para fortalecer las estructuras y las capacidades de los estados nacionales, de tal manera que los países no tengan que depender de donantes y de organismos internacionales para satisfacer las necesidades básicas de su población y alcanzar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Todos los funcionarios del Sistema de Naciones Unidas saben perfectamente esto y laboran en ese sentido. Por esto, cuando un País acude al Sistema de Naciones Unidas para que le asista, sólo demuestra que las autoridades de turno son débiles, inoperantes y que no están en capacidad de administrar su propio Estado y asumir sus propias responsabilidades. Dado que la situación del Ecuador hasta 2017 era muy lejana de la de un país sin capacidades institucionales y con retraso económico o social, se demuestra totalmente esta premisa para Moreno y su gobierno.
Finalmente, todo este mal uso y malgasto de recursos tanto públicos como de organismos internacionales tienen como sustento el respaldo norteamericano. Dado que para 2030 China e India superarán a este país y se convertirán en los países más poderosos no solo económicamente, sino en recursos humanos capacitados, en innovación, ciencia y tecnología, a nivel global, el enrumbar al Ecuador atrás de la potencia perdedora que sustenta su crecimiento en la guerra, el narcotráfico y la especulación financiera nuevamente aleja al país de la industrialización, la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la formación del recurso humano, que son las herramientas con las que las potencias ganadoras están imponiéndose en el planeta. Gracias a Moreno, su incapacidad y su corrupción, Ecuador va con el perdedor también en el contexto internacional.