Por Rodrigo Rangles Lara
Más de 600 periodistas de investigación, vinculados a medios informativos internacionales, abrieron la Caja de Pandora y desnudaron a miles de poderosos millonarios del mundo que ocultan sus fortunas, de dudosa procedencia, en los paraísos fiscales.
La impactante información de repercusión global, puso en la palestra de los acusados al banquero presidente Guillermo Lasso Mendoza, cuya incalculable fortuna ha estado bien guardada en fideicomisos clandestinos, en Dakota del Sur.
Acorralado jurídica y políticamente, el mandatario ecuatoriano ha tratado de evadir sus responsabilidades con una enmarañada cadena de explicaciones contradictorias que, en lugar de exculparlo, llevan a la certeza de que mintió sobre el destino de su fortuna.
La conmoción social de las revelaciones asustó a Lasso, su entorno y, por supuesto, a la “gran prensa” y mercaderes de la pluma aliados al régimen que, en primera instancia, intentaron ocultar lo inocultable y, haciendo gala de malabares lingüísticos, trataron de justificar lo injustificable.
Siguiendo la norma deportiva, según la cual, el mejor ataque es la defensa, acudieron a Fernando Balda, un desprestigiado político, protegido y aliado del narcotraficante colombiano Álvaro Uribe Vélez, para “revelar” que “ha descubierto la ruta del dinero robado por Rafael Correa”, sin presentar prueba alguna de tal aseveración.
Los necios hechos van demostrando las tonterías y montajes que levantaron contra el líder de la Revolución Ciudadana a quien, entre tantos infundios, acusaron de haberse llevado 70 mil millones de dólares del erario nacional. ¿Dónde los tendrá escondidos? ¿Bajo el colchón de su pequeño departamento, en Bruselas? Recordemos que el traidor de Lenin Moreno pagó buenos millones a una comisión internacional para buscarlos, sin resultado alguno. Ha sido más fácil encontrar escondidos unos tantos millones de Lasso que esa gigantesca suma atribuida a Correa.
Sin pagar un solo centavo, los ecuatorianos hemos confirmado, gracias a los Pandora Papers, una vieja historia reiniciada, hace pocos años, con los llamados Panamá Papers, sobre los buenos millones de Lasso sigilosamente guardados para evadir impuestos, evitar explicaciones sobre el origen de esa fortuna y militar “legalmente” en política, hasta alcanzar el ansiado poder, gracias a la ayuda de los miembros del Consejo Nacional Electoral – particularmente de Luis Verdesoto, premiado con asesoría presidencial – que aceptaron un dolosa declaración juramentada ante notario público, con riego de terminar en perjurio.
Encendidas las alarmas sobre Dakota del Sur y 14 cuentas cifradas con el membrete de Nora, nombre de la madre de Lasso, llovieron encendidas declaraciones y pronunciamientos de organizaciones sociales y políticas demandando la renuncia y/o destitución del cuestionado presidente que, además, registra un deterioro político de su imagen producto de las engañosas ofertas de campaña que le sirvieron para llegar a Carondelet y hacer, exactamente, lo contrario de lo ofrecido a los electores.
En su desesperación, intentaron maniobrar para que el alfil presidencial y titular de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea, Fernando Villavicencio, lidere las investigaciones con el inconfesable fin de garantizar la impunidad y, como ese intento abortó, acudieron presurosos a la inefable y servicial Fiscal General, Diana Salazar, para que se invente una indagación sobre fondos de campaña del candidato Andrés Arauz, activo en exigir la renuncia o destitución del banquero.
Pensar que Lasso renuncie a la presidencia me parece ingenuo, tanto si el país conoce de sobra a ese personaje, capaz de mentir tantas veces sea necesario, invertir millones de dólares y comprar conciencias, con el propósito de cumplir su sueño de disfrutar las delicias del poder, no solamente para satisfacer su ego, sino de llenarse los bolsillos con sus adorados verdes, tal cual ocurrió en el feriado bancario.
Así demostró con el fallido intento de aprobar la tramposa Ley Creando Oportunidades orientada, incluso, a legalizar el lavado de dinero, esclavizar a los trabajadores ecuatorianos y favorecer a sus amigos banqueros, financistas o a los grandes comerciantes del país.
Aquí no hay camino a la equivocación. ¿Los Pandora Papers son verdaderos o falsos? Si falsos, entonces, Lasso debe seguir en el cargo; pero, si verdaderos, la destitución es de rigor, cumpliendo el mandato de la consulta popular, de febrero del 2017, que castiga sin miramientos, a los clientes de paraísos fiscales “con la destitución o pérdida del cargo”.
Está bien que la comisión de la Asamblea, encargada de indagar el caso, se llene de razones para emitir su informe y también creemos justo se lleve a cabo el debido proceso, en el cual no se puede soslayar las ilegalidades que, con sobra de razón y conocimiento, ha puntualizado Andrés Araúz, ex candidato presidencial de Unión por la Esperanza.
El también economista y político de Revolución Ciudadana considera una vergüenza para el país “que ha quedado manchado a nivel internacional”, debido a la difusión de la imagen de Lasso en una avalancha mediática universal, junto a inmorales evasores de otras latitudes, dueños de fortunas opacas.
Cuestionó el comportamiento ilícito y anti – ético del presidente Lasso que, además, atentó contra el sistema democrático al haber engañado al país con una candidatura viciada de ilegalidad, perjuró sin el menor escrúpulo y, en ese proceso, llevó a su familia a cometer el delito de testaferrismo.
Lasso sostiene – afirma Arauz – que se deshizo de sus propiedades antes de ser candidato; para, a renglón seguido, precisar que solo hay dos formas de hacerlo: vendiendo o donando bienes y acciones. Si vendió -pregunta Arauz- ¿Dónde está el dinero? ¿Dónde el certificado del pago de impuestos? Si regaló: ¿A quién? ¿Dónde el pago de impuestos a la herencia? No hay duda – concluye – mediante hábiles simulaciones, Lasso trata de ocultar el ilícito.
No es de extrañarse, entonces, que en medio de esa hecatombe política y personal que viven Lasso y los otros implicados en el ilícito, desde las sombras surjan cobardes amenazas contra Arauz y otros investigadores del caso, en un intento de silenciarlos y amedrentarlos para lograr la impunidad.
Mientras eso sucede, Xavier Lasso Mendoza, hermano de sangre del banquero y testigo de los secretos familiares, escribe un revelador artículo titulado “Nora, mi madre”, en el que, consecuente con su origen y principios de vida, mirándose en el espejo de su progenitora, desentraña la verdad, diciendo: “Por eso, porque no quiero hablar de los Pandora Papers, papelón, se me ocurren estas líneas para lamentar, y rechazar, que el nombre de mi madre Nora se haya utilizado para llamar a un entramado, a un opaco meandro de evasiones que ella, mujer bondadosa, humilde, jamás se habría imaginado”.
Más transparente que el agua. Lasso, tiene “un opaco meandro de evasiones” y debe ser destituido del cargo al que nunca debió haber llegado, más todavía, si lo hizo enancado en una truculenta campaña conducida por otro cliente de los paraísos fiscales y gurú de mandatarios neoliberales estafadores: Jaime Durán Barba.