Por Pedro Pierre

Los años pasan y la desconfianza aumenta, en particular por el desorden internacional promovido principalmente por Estados Unidos y las grandes multinacionales. Saben que ‘en río revuelto, ganancias de pescadores”. Mientras tanto la gente de a pie pagamos los platos rotos. Hagamos una pausa para retomar confianza en nosotros mismos y en nuestras capacidades. Frente a la crisis eclesial la jerarquía católica se muestra incapaz de enrumbar ‘la barca de Pedro’. Por eso el papa Francisco hace un llamado tanto a los meros bautizados como a los hombres y las mujeres de buena voluntad para construir una tierra y una humanidad reconciliadas.

CREER EN NOSOTROS MISMOS

“Pongamos el siglo 21 bajo el signo de la esperanza”. Así hemos pensado, leído, escuchado o dicho en vísperas del nuevo milenio. Veinte años después nos sentimos bastante defraudados, poque nos damos cuenta que unos pocos controlan y orientan para su beneficio los espacios donde nos desenvolvemos: la casa, el entorno, la profesión, la ciudad, el país, la religión. Parece que las situaciones nos escapan y la gran mayoría de personas se desinteresa de lo que está pasando.

El fenómeno de la globalización es demasiado grande: Nos sentimos atrapados en el torbellino de la violencia, del consumismo, de la prisa, del sinsentido, de la falta de alternativas… La autodestrucción de la naturaleza está en marcha sin que se tome decisiones eficaces para detenerla: pensamos que otros o las autoridades lo deben hacer todo. Los países están dominados por las fuerzas económicas organizadas al nivel mundial por un puño de personas que encuentran en cada país suficientes cómplices para saquear el dinero y los bienes nacionales. La actual pandemia nos deja confundidos y avergonzados porque hemos dejado que las mafias de los grandes laboratorios farmacéuticos organicen nuestra protección mediante las solas vacunas y así acumulen inmensas y escandalosas fortunas a costa de millones de muertos y de continentes sin capacidad financieras para pagarlas. La violencia es cada vez más mortífera en nuestro alrededor porque el desempleo catastrófico crea las condiciones para que se multiplique el tráfico de drogas, la migración y la delincuencia. Desde 5 años, la corrupción ha pasado a ser el medio de gobernar, hacer justicia, apresar y matar, porque las instancias estatales de control y justicia están contaminadas por este ‘cáncer’ que nos destruye como país. Colombia es campeón en eso a pesar de las 7 bases militares norteamericanas. Estados Unidos se está hundiendo económica y socialmente, por eso busca una guerra suficientemente grande para distraer sus ciudadanos, refinanciar su industria armamentista y revitalizar su economía. Los grandes medios de comunicación internacionales están controlados “desde el país de la libertad y la democracia” por esa misma industria armamentista; por eso nos mienten, inventan falsas noticias, nos manipulan, nos desestabilizan. Las Iglesias y sus jerarquías se alinean y se acomodan con los gobiernos de turno y la mayoría de los creyentes se encierran en una religiosidad intimista y espiritualista, sin incidencia con lo que está pasando al nivel social y económico. El papa Francisco es la gran voz profética que “clama en el desierto” …

¿Dónde encontrar caminos que nos devuelvan esperanza y confianza, caminos de vida nueva y feliz? Una actitud primordial será la de sentarnos y hacer un momento de silencio frente a todas estas situaciones negativas que nos asedian. Sentarnos para decirnos individual y colectivamente, de manera sencilla y convencida: “Somos capaces de salir adelante y lo vamos a lograr juntos”. Muchas personas y muchos grupos, generalmente pequeños, trabajan en este sentido en muchas partes. Se trata de unirnos a estas personas y a estos grupos. La solución está en la unión, la organización y el compromiso. El individualismo y el egoísmo son los medios en que nos hacen caer los que nos explotan y nos engañan. Son las dos caras de la misma moneda, en definitiva, la de los ignorantes y cobrades.

… porque sí, ¡somos capaces de salir adelante, y lo vamos a lograr juntos! Por ser personas humanas, somos capaces de decidir según lo que nos parece lo más adecuado para nosotros. Sólo en comunidad nos damos cuentas que somos ciegos y cómodos, ignorantes y cobardes. Sólo en comunidad podemos decidir cambiar a largo plazo. Sólo en comunidad logramos nuestros objetivos personales, colectivos, sociales y espirituales. Las y los que hemos hecho estas opciones estamos aquí para testimoniarlo. Nos confirma el mismo papa Francisco: «Ante la tristeza individualista, sean comunidades de esperanza y alegría».

Los creyentes en el Dios de la Biblia, el Dios de Jesús de Nazaret, tenemos la gran ventaja de haber descubierto que somos capaces, como los esclavos de Egipto en su tiempo, de salir adelante a pesar de lo imposible que parezca. Además, en esta lucha colectiva de liberación y de fraternidad, hacemos la experiencia de Dios presente, compañero, amigo y liberador con nosotros: Ese es el gran mensaje de la Biblia y de Jesús de Nazaret. Un planeta de paz, de justicia de fraternidad y de fe es la meta del Reino de Dios. Y no terminará este mundo hasta que lo hayamos logrado con la ayudad de Dios. En eso estamos las y los que hemos dejado el individualismo y el egoísmo, como también la ignorancia y la cobardía. ¡Otra vida, otra sociedad y otro mundo son posibles, necesarios y urgentes! De esta manera revitalizamos la confianza en nosotros y en los demás: “Ponemos el siglo 21 bajo el signo de la esperanza”.

EL DESAFÍO ECLESIAL Y SOCIAL DE LA SINODALIDAD

El papa Francisco está llevando la Iglesia católica a un cambio renovador y salvador. Su propósito inició hace 7 años, en un discurso de 2015, cuando afirmó tajantemente: “La sinodalidad es el camino que Dios quiere para la Iglesia del tercer milenio”. Hace unos meses pidió a todas las diócesis católicas del planeta poner en marcha este camino sinodal. No se trata de una reforma más, sino de la decisión de lograr otra manera de ser Iglesia.

Además el papa no limita la sinodalidad sólo al espacio eclesial, sino que incluye también su impacto en la sociedad. Fundamentalmente, la sinodalidad es “caminar juntos”, pero en la igualdad y el compartir equitativo de responsabilidades entre todas y todos. La meta es bastante ambiciosa: Es que, en la Iglesia católica, la crisis generalizada es grande y en la sociedad todavía mucho más, con sus desigualdades ya insostenibles, sus guerras terriblemente mortíferas en muchas partes, su destrucción irreversible de la naturaleza…

En la Iglesia está “el cáncer del clericalismo” según la expresión del mismo papa Francisco que produce un autoritarismo dictatorial en las mismas parroquias, un patriarcado exclusivo contra las mujeres, los jóvenes, los indígenas… Añadiendo la falta de cambio en las celebraciones litúrgicas y las normas obsoletas, todo esto provoca una deserción cada vez más importante de los católicos. El papa Francisco ha decidido emprender el camino sinodal para regresar al mensaje de Jesús, a su misión por el Reino y a las prácticas de las primeras Comunidades cristianas.

El clericalismo se institucionalizó con el emperador romano Constantino en el siglo 4, cuando el imperio romano asumió el catolicismo como religión obligatoria del imperio. Se impuso la división antievangélica entre el clero y los laicos, los privilegios paganos de toda clase para la jerarquía católica, la dimensión sagrada del ministerio sacerdotal a imagen del sacerdocio del Antigua Testamento superado por Jesús… que fue laico; el derecho imperial se volvió el derecho ‘canónico’ de la Iglesia católica… Esta situación demoró 16 siglos para comenzar a ser revertida, con el Concilio Vaticano 2° de la década de los ’60 del siglo pasado. El papa Francisco ha decidido retomar las grandes intuiciones sinodales del Concilio, volviendo a confirmar la Iglesia como Pueblo de Dios en el que todas y todos somos iguales por el mismo bautismo.

Citaremos 3 ejemplos recientes latinoamericanos de sinodalidad en la Iglesia católica que son referencias para entender y profundizar el camino sinodal impulsado por el papa Francisco. El más antiguo es el de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) que comenzaron en Brasil por los años ’50 del siglo pasado con casi 70 anos de existencia y experiencia sinodal en todo el Continente. En Ecuador las CEBs iniciaron al principio de los años ’70 bajo el impulso de monseñor Leonidas Proaño, entonces obispo de Chimborazo. En 1980, las CEBs latinoamericanas tenían en Brasil su primer Encuentro continental y en 2004 se nombraba una Articulación continental con sede en México. Hace 2 años, las CEBs tenían en Guayaquil su XI Encuentro Continental con la presencia de 250 personas de 16 países del sur, centro y norte de las Américas, con la novedad del Primer Encuentro de CEBs juveniles. Las CEBs son una experiencia sinodal porque son, como las definieron los obispos latinoamericanos en su reunión de Medellín, Colombia, en 1968, “el primer y fundamental núcleo eclesial” de igual importancia que las parroquias, porque retoman las prácticas y vivencias sinodales de las primeras Comunidades Cristianas.

Otro ejemplo de sinodalidad es el de las Iglesias de la Amazonía, presentes en 9 países distintos. Un Sínodo sobre la Amazonía les confirmó para tomar alternativas en la liturgia, los ministerios y las estructuras para anunciar creativamente la Buena Nueva del Reino, con particular atención, promoción y defensa de los pueblos nativos y de la naturaleza. El mismo papa Francisco reconoció dicha autonomía para las Iglesias de estos 9 países amazónicos, confirmación la organización de una Asamblea Eclesial Amazónica que las ampare.

El tercer ejemplo sinodal se dio en la celebración en México de la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, en octubre del año pasado. Anteriormente se daban Conferencias Episcopales Latinoamericanas con la presencia exclusiva de obispos y cardenales. La nueva modalidad de esta Asamblea Eclesial permitió la participación de 70.000 personas en su preparación y, en su desarrollo, tenía un centenar de personas presentes y 700 a 800 otras conectadas virtualmente durante 4 días completos. Había representación y participación de todas y todos los bautizados en la redacción de los temas tratados.

Este último ejemplo se está repitiendo en las distintas diócesis católicas del país. Las conclusiones diocesanas serán resumidas en una Asamblea Eclesial nacional. Y una nueva Asamblea Eclesial Latinoamericana y Caribeña se sintetizará los resultados continentales. Estos irán luego a Roma para una Reunión sinodal con el papa Francisco en 2023. Actualmente se están dando los primeros pasos de este camino sinodal esperanzador. Esto exige decisión y coherencia tanto de parte del clero-jerarquía católico como del conjunto de los bautizados. Para lograrlo se precisa una conversión múltiple: conversión personal para involucrarse responsablemente, conversión colectiva para encontrar nuevas formas de participación y decisión consensuadas, conversión eclesial para discernir y sustituir las estructuras caducas y no conformes al espíritu de Jesús de Nazaret, y finalmente conversión social para influir en las transformaciones de nuestros pueblos y países. En definitiva, todas y todos estamos llamados a involucrarnos en una nueva manera de vivir y organizarnos como creyentes y ciudadanos. ¡Suerte para este camino sinodal común!

Por RK