Por Pedro Pierre

Vino otra exclusividad de los grandes medios de comunicación: la guerra en Ucrania. Ha desaparecido de los periódicos y de las televisiones el covid, ¡milagrosamente! Han desaparecido también las matanzas de Palestinos por Israel, la hambruna de Etiopía, el genocidio de Yemen, los bombardeos norteamericanos en Siria… Estos grandes medios de manipulación nos pasean según los intereses de sus dueños, es decir, mayoritariamente de la industria militar norteamericana. Nos esconden mucha realidad y nos encierran en el miedo y el odio a un solo criminal: el presidente ruso. Pero, como personas y como Pueblos, mucho podemos hacer a favor de la verdad, de la paz y de un mundo más fraterno.

UCRANIA: DESAFÍO POR LA PAZ

La guerra es siempre condenable porque es una espiral que crece en destrucciones y muertes. Hay que condenarla siempre, actuar para detenerla y construir entre nosotros una cultura de paz y una organización social promotora de paz. Construir la paz se logra desterrando las raíces de la violencia y fomentar la justicia entre nosotros y en nuestros gobiernos.

Para comprender la intervención militar en Ucrania por parte de Rusia, hay que analizar los hechos y dejar de clasificar a las personas y los países, los unos en buenos y los otros en malos. Remontemos al final de la segunda guerra mundial (1939-1945). Por su compromiso militar en armas y soldados a favor de Francia, Estados Unidos entró de lleno en la escena mundial. Recordemos que quien provocó la caída de Hitler fue la URSS, hoy Rusia. Al terminar la guerra en 1945, EE.UU. aprovechó la destrucción y sumisión de Alemania para pasar a ser el país hegemónico mundial en ventas de armas, en crecimiento económico y en dominación financiera. Esto provocó el auge del capitalismo tanto en EE.UU. como en Europa. Por fortalecer la extensión mundial del capitalismo se creó la OTAN, Organización del Tratado del Atlántico Norte, entre EE.UU. y Europa, cuyo comandante en jefe es siempre un norteamericano. Cuando el sistema capitalista no lograba imponerse, estallaban nuevos conflictos militares. Entre los años 1945 y 2001 en 153 regiones del mundo, de los 248 conflictos armados que se produjeron, 201 fueron iniciados por EE.UU., lo que supone el 81 % del número total.

Mientras tanto la URSS, golpeada por la guerra y un socialismo impuesto por el gobierno comunista no lograba consolidarse ni edificar la unión sólida de sus repúblicas, se desintegraba en 1989, posibilitando la independencia de varias de sus repúblicas, en particular los llamados país de la Europa del Este. Poco a poco la URSS volvió a recomponerse, llamándose “Federación Rusa” con una docena de repúblicas, y adoptó un estilo mixto de gobierno socialo-capitalista. Desde esa época, Vladimir Putin creció como el hombre fuerte, llegando a presidente de Rusia desde 2012. En 1997 se logra un acuerdo militar entre Rusia y EE.UU.-Europa. Este preveía que la OTAN no podía integrar países fronterizos con Rusia, por el motivo de que, por ejemplo, un misil nuclear implantado en Donbás, al este de Ucrania, necesitara 5 minutos para alcanzar Moscú. En 2015 se confirma estos acuerdos en Minsk, capital de Bielorrusia.

Veamos ahora el conflicto que pasa a ser la destrucción de Ucrania. Su capital es Kiev que en siglos pasados fue capital de Rusia. La mayoría de su población es de ascendencia rusa y ésta es mayoritaria en la provincia fronteriza con Rusia: Donbás. Al independizarse de la URSS en 1989, por una parte, Ucrania tuvo gobiernos amistosos con Rusia y, por otra, la región de Donbás reclamó su independencia. En 2014, EE.UU. y Europa fomenta un cambio de gobierno. Se posesiona un gobierno de extrema derecha enemigo de Rusia que apoya grupos neonazis dedicados a hostigar a la población de origen rusa, en particular en la región de Donbás, para que se vaya a Rusia.

El conflicto con Rusia comienza hace unos meses cuando el gobierno de Ucrania habla de unirse pronto a la OTAN y crece el hostigamiento militar con bombardeos a las 2 provincias de Donbás. Los habitantes de estas 2 provincias piden ayuda a Rusia para ser protegidos y acogidos como refugiados, principalmente mujeres y niños. Rusia les otorga pasaportes rusos. Los varones se quedan para defender su territorio ancestral. Europa y EE.UU. envían a Ucrania millones de dólares y armamento militar; EE.UU. aumenta el número de sus tropas acampadas en Europa. Anuncian sanciones económicas a Rusia en caso de intervención militar. De paso notemos que China discretamente afirma que cada país tiene derecho a precautelar su seguridad.

Al continuar Ucrania los bombardeos al Donbás y la llegada de armas a Ucrania, Rusia decide intervenir militarmente para proteger la población de Donbás e impedir que Ucrania entre en la OTAN. Comienza la invasión rusa con bombardeos masivos a los objetivos militares, control de las mayores ciudades para presionar al gobierno ucraniano a emprender negociaciones. Mientras los gobiernos tanto EE.UU. y Europa se reúnen para condenar la invasión rusa y tomar medidas económicas con Rusia… con el apoyo discordante de varios países europeos que temen perder su comercio con Rusia y el aprovisionamiento en gas que viene mayoritariamente de Rusia. El gobierno ucraniano denuncia que se siente utilizado y traicionado por EE.UU. y Europa.

Saquemos unas conclusiones. Quiénes provocaron el conflicto son EE.UU. y Europa al no respetar los acuerdos de Minsk con Rusia e presionar al gobierno de Ucrania a entrar en la OTAN. Quién persigue y mata a la población rusa de Donbás es el gobierno de Ucrania. Quién decide los bombardeos a Ucrania y la toma de su capital, Kiev, es Rusia. Los grandes medios internacionales de comunicación, controlados por la industria militar norteamericana, dan noticias que favorecen a EE.UU. y Europa, las unas exactas pero muchas incompletas o falsas. Por otra parte, la mayoría de nuestros medios de comunicación nacionales repiten sin investigar las noticias que reciben de estos grandes medios internacionales.

Entre los motivos escondidos del conflicto, vemos cómo EE.UU. está perdiendo la hegemonía mundial y busca una salida mediante un conflicto con Rusia, por el intermediario de Ucrania. Rusia tiene el armamento más sofisticado y eficaz del planeta y China domina el comercio mundial. Además EE.UU. no logra resolver sus problemas sociales internos: el racismo contra los negros y los migrantes latinos, la multiplicación de armas pesadas en manos de sus ciudadanos por ser de venta libre, la presión cada vez mayor del ex presidente Donald Trump mediante los grupos norteamericanos más derechista y fascistas (la “minoría blanca”), el desempleo creciente, la inflación en aumento constante, la impresión de dólares sin control ni respaldo suficiente… Una guerra le viene bien al gobierno para unir la población norteamericana en torno a él.

Hemos de preguntarnos cuándo y dónde surgirá el próximo foco de tensión que beneficie al neoliberalismo occidental y sus países secuaces, en particular en América Latina… Hemos de preguntarnos también, por una parte, que hacemos para entender la verdadera situación de nuestro mundo y de nuestro país y, por otra, como construimos una cultura de paz y el establecimiento de más justicia en nuestra familia, vecindad, profesión y país. Por nuestro individualismo, desorganización y quemeimportismo fomentamos la violencia al nivel local y nos hacemos cómplices de las guerras al nivel internacional. Que la no violencia activa y colectiva de Gandhi sea un faro que oriente nuestra manera de vivir y convivir.

LA HORA DE LOS PUEBLOS

El conflicto en Ucrania es ya un conflicto de alcance mundial. Se trata de una guerra provocada por la decadencia hegemónica de los Estados Unidos frente a Rusia y China. EE.UU. desde unos 15 años quiere detener el crecimiento económico y militar de Rusia y así perjudicar a China que ha pasado a ser la primera potencia económica mundial. La gota que ha hecho derramarse el agua del vaso, es la presión norteamericana para que Ucrania entre a formar parte de la OTAN, Organización del Tratado del Atlántico Norte, o sea, la Unión Militar de EE.UU. y Europa.

Además, el gobierno pro occidental de Ucrania viene librando desde 2014 una guerra contra la población mayoritariamente rusa del Donbáss, donde ya han muerto 14 mil personas y donde destacan por su crueldad los grupos paramilitares neonazis armados y estimulados por la OTAN y EE.UU. Esos ataques vulneran los acuerdos de Minsk, Bielorrusia, de 2015. Desde 10 años Rusia reclama que la OTAN no incluya a Ucrania en su organización, porque sería abrir la puerta a la instalación de armas de largo alcance que amenacen la integridad de Rusia. Recordemos que Rusia retiró los misiles que había instalado en Cuba en 1962. El gobierno de Ucrania no ha tomado en cuenta estos avisos, siguiendo las orientaciones del EE.UU. y la OTAN. “¡Quien juega con el fuego termina quemándose!”

Asistimos a la destrucción de Ucrania, porque “¡guerra es guerra!”. Aunque Rusia afirme que busca principalmente la neutralización del poderío militar de Ucrania, los bombardeos matan a civiles y destruyen su infraestructura nacional. Por eso un millón de ucranianos han salido a otros países. Rusia quiere un cambio de gobierno y un nuevo acuerdo que confirme los acuerdos de Minsk y la independencia de la región del Donbás. Los grandes medios de desinformación internacionales han tomado partido a favor de EE.UU. presentando a Putin como el único culpable de todo lo que sucede.

Mientras tanto el petróleo duplica su precio, las materias primeras aumentan, los productos alimenticios no salen de Rusia ni de Ucrania: soya, trigo…, ni entran allá los productos ecuatorianos: banano, camarón, frutas… ni se pagan las deudas mutuas por el embargo financiero a Rusia, los turistas rusos en el extranjero y los ecuatorianos estudiando o trabajando allá tienen dificultad para regresar a sus respectivos países porque el espacio aéreo europeo está prohibido a las compañías rusas, etc. La crisis se hace mundial y los enfrentamientos armados pueden multiplicarse y ser catastróficos, porque EE.UU. y la OTAN desplazan barcos, armas y tropas alrededor de Rusia…

Es la hora de los pueblos porque la mayoría de los pueblos presionan a sus gobiernos, incluso en Europa, para no involucrarse en una guerra que podría ser nuclear. Por eso asistimos a un griterío mundial disonante porque cada uno defiende sus intereses; los más pronorteamericanos mandan dinero y armas a Ucrania. Pero en todo el mundo los movimientos sociales, desde el principio del conflicto, han analizado las causas del conflicto y han denunciado la decadencia y la perversidad de EE.UU., de la OTAN y de su socio europeo.

En América Latina, EE.UU. tiene dificultad para controlar los gobiernos. Logró con artimaña desbancar los gobiernos progresistas de las dos décadas pasadas, comenzando por Honduras hasta Ecuador… Pero los pueblos que han experimentado grandes cambios favorables, vuelven a poner gobiernos progresistas que confirmen y amplíen los cambios iniciados: Honduras, Argentina, Bolivia, Chile, Perú… y la organización popular de Colombia y Brasil apoyan candidatos progresistas para las próximas elecciones… Los Pueblos han empezado a hacerse respetar… Ecuador todavía no ha despertado de 5 años de desgracias.

Unas palabras de Rosa Luxemburgo, de origen polaca y militante política en Alemania, fallecida hace un poco más de 100 años, soñaba utópicamente, es decir, marcaba el camino a seguir, al afirmar que necesitamos “un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.

“Humanamente diferentes”. Es la tarea a la que somos llamados los seres humanos. Por eso tenemos que descubrir nuestro valor, nuestros talentos y nuestras capacidades para “ser humanos”, es decir dignos, conscientes, fraternos, respetados, organizados, valientes… Pero preferimos comodidades de tercera o cuarta categoría que nos hacen esclavos de los medios de comunicación que nos manipulan descaradamente. Nos vuelven individualistas y consumistas, y así van sembrando en nosotros el miedo que nos paraliza y el odio que nos divide. Así reinan sobre nosotros y nos llevan a aceptarlo todo porque los creemos como “Palabra de Dios” y portadores de valores eternas y salvadoras. Al aprender a ‘ser humanos’, descubriremos que unidos, organizados y solidarios somos invencibles. Aprenderemos también que somos únicos y por lo mismo diferentes, y que nuestras diferencias se complementen para enriquecernos mutuamente al servicio de un futuro mejor, posible y necesario.

“Socialmente iguales”. ¡Cuántas definiciones hemos asumido sobre la igualdad! Pero bien poco nos hemos organizado para concretar esta igualdad mediante la justicia, la honestidad y la equidad. Esperamos que los que nos dominan nos la regalan por proclamarla indefinidamente. Y los creemos como nuestros salvadores natos. La igualdad nace de la experiencia comunitaria: si no pertenecemos a ningún grupo, asociación, comunidad… no sabemos lo que es la igualdad, porque somos individualistas y esclavos de los que nos dominan y manipulan. Sólo en comunidades podemos salir de este círculo vicioso y empezar a construirnos mediante relaciones de igualdad, justicia, honestidad y equidad.

“Totalmente libres”. La libertad es un camino hacia las fuentes de la identidad humana. La libertad es la tarea de todo ser humano. Al nacer, comenzamos a recibir de nuestra familia, de nuestro entorno social y religioso, de la cultura que nos envuelve un sinnúmero de condicionamientos que, a la vez, nos ayudan a crecer, pero limitan nuestras capacidades y nuestros sueños. Ser libres es despojarnos de todo lo que destruye o limita nuestra dignidad, nuestra capacidad de fraternizar, de armonizarnos con la naturaleza y de comulgar con Dios. Nadie llega a ser libre solito: nos hacemos libres juntos. La libertad es dignidad personal, la libertad es igualdad, la libertad es empoderarnos de nuestros derechos a dirigirnos y gobernarnos según las utopías que nos habitan. Eso es una tarea colectiva.

Por eso, esa hora actual es la de los Pueblos, es la nuestra porque estamos despertando lo suficiente para emprender a volar juntos y construir la tierra y la sociedad que exige nuestra naturaleza colectiva. ¡Hemos comenzado, no nos detengamos, más bien multipliquémonos!

Por RK