Desde hace mucho tiempo vengo anunciando la posibilidad de una intervención militar de Estados Unidos en Venezuela, no por pitoniso, pero sí, por las experiencias que tenemos los latinoamericanos, la activación del TIAR es una noticia grave, indeseable y malévola y confirma que Estados Unidos, usando al mercenario gobierno de Colombia, está dando pasos para legitimar la intervención militar en Venezuela.
Un Tratado que ha servido solamente para ensangrentar a nuestras tierras de América. Guatemala, Nicaragua, Cuba, República Dominicana, Haití, Granada, Panamá y Argentina son entre otras, las víctimas de la acción de Estados Unidos, usando el TIAR.
El paso dado, por la desprestigiada OEA, favoreciendo la activación del TIAR debe llamar a la opinión publica y a los pueblos de nuestra América, no solo a condenar sino también hacer patente la solidaridad y exigir a sus gobiernos no prestarse a los criminales planes intervencionistas. La solidaridad con Venezuela es hoy, no esperar a que las tropas mercenarias y paramilitares de Colombia, inicien la agresión.
La afirmación de que Estados Unidos se apresta a tal aventura, las deja muy clara el encargado de Venezuela en la Secretaria de Seguridad Nacional, el señor Elliot Abrams, al intervenir ante la Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representante de los Estados Unidos al cínicamente expresar lo siguiente: “Esto de atacar al chavismo es sencillamente para nosotros una guerra de sobrevivencia y la imposición de una razón que debe prevalecer sobre las demás, porque de otro modo estaremos admitiendo y dando campo para que se nos destruya”.
Ósea, el señor Abrams, plantea que la guerra contra Venezuela es necesaria para lo sobrevivencia de Estados Unidos y una “imposición que debe prevalecer sobre las demás. En este caso, una acción militar en Venezuela es prioridad para el gobierno de los Estados Unidos, porque representa una amenaza especial y extraordinaria para la Seguridad de los Estados Unidos, un verdadero insulto a la inteligencia de los pueblos de nuestra América, ningún gobierno, ni nación latinoamericana y caribeña, es una amenaza para los Estados Unidos, la potencia militar y económica más grande del mundo.
La comparecencia de Abrams, previa a la convocatoria del TIAR, se hizo con el propósito de buscar apoyo del legislativo y respaldo al plan intervencionista, evidencia que la agresión está en marcha, aunque este injustificado y maquiavélico plan, está encontrando divisiones dentro del TIAR y la OEA, y ojalá que estas contradicciones, en la reunión de cancilleres, convocada para esta segunda quincena de septiembre desapruebe reactivar el TIAR.
Por otra parte, el escenario político y económico externo e interno, para el gobierno del presidente Trump es sumamente complejo, lo cual lo hace más peligroso, y más aún, cuando se encuentra en plena campaña electoral.
Desatar un conflicto militar contra Venezuela y presentarlo como una defensa a los intereses nacionales estadounidense, puede ser una opción, y el arraigado nacionalismo en ese país asegure el apoyo de la opinión pública y se deja a un lado los graves problemas internos y neutralice a sus opositores.
También una forma de afianzar la aspiración presidencial de Trump, pues el supuesto derrocamiento del presidente Nicolas Maduro, lo presentarían como un triunfo en la política exterior de Estados Unidos.
Una intervención militar en Venezuela, como he referido en mis anteriores artículos, incendiará toda América Latina y provocará la furia de los pueblos y los países que hoy sirven de lacayos a Estados Unidos, que votaron en la OEA y el TIAR a favor de la propuesta de Estados Unidos, presentada por su fiel subordinado el gobierno paramilitar de Colombia, una agresión contra Venezuela, se revertirá y traerá consecuencias impredecibles y un alto costo en vidas y bienes, no solo para el país agredido, sino para los países y gobiernos, promotores y cómplices de una guerra contra el pueblo y legitimo gobierno venezolano.
Vergüenza es lo que deben tener los mandatarios de los países que, prestándose a intervenir en Venezuela, a sabiendas que Estados Unidos no le interesa ni se preocupa por la democracia, ni los derechos humanos en ese país andino, Washington, lo que busca, es apoderarse de las riquezas minero-energética del pueblo venezolano y algunos de los países que lo apoyan, como Colombia estiman que, reconstruyendo a Venezuela, ganarían unos 70 mil millones de dólares.
Mas vergonzoso resulta la conducta de Gobiernos y países, que fueron víctimas y sufrieron la intervención militar de Estados Unidos, utilizando al TIAR, como son los casos de Guatemala, República Dominicana, Honduras, El Salvador, Haití y que decir de Argentina, país que fue traicionado por Estados Unidos, Colombia y Chile, cuando se negaron a invocar al TIAR, para defenderla, en su legítima guerra contra el Reino Unido, para recuperar las ocupadas Islas Malvinas.
EE.UU, Colombia y Chile se unieron a Inglaterra y a la OTAN, con esa traición el TIAR firmó su defunción y quedó demostrado que a Estados Unidos no le importa nada el desarrollo y el bienestar de nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños, solo hoy, por intereses político y económicos, Washington lo quieren revivir por lo que representa Venezuela en riqueza.
En la segunda quincena de septiembre está convocada la reunión de cancilleres miembros de la OEA, para someter el acuerdo de activar el TIAR para el caso de Venezuela, por representar un peligro para la paz de la región y una amenaza para Colombia. Acuerdo que fue aprobado por 11 países de los 17 que integran el TIAR, estos son: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, EE:UU, Guatemala, Haití, Honduras, Paraguay, República Dominicana. Votaron en contra cinco: Costa Rica, Uruguay, Trinidad y Tobago, Panamá, Perú y ausente el delegado de Bahamas por lo sucedido en su país por el huracán Dorian.
Como bien queda reflejado, los países en propiedad legal de votar fueron los 17 y no 18 como refleja el documento, tampoco son 12 votos a favor, porque fue el voto del delegado del autoproclamado presidente interino Juan Guaidó, y aparece Venezuela votando, cuando ese país no es miembro de la OEA desde el pasado mes de abril de este año y desde el año 2013 no es miembro del TIAR, por lo que el Secretario de la OEA Luis Almagro, comete una fragrante violación al Derecho Internacional y a la Carta Fundacional de la OEA y tendrá que responder por estos desafueros.
Este rocambolesco e irracional show de convocar y revivir el TIAR, aparece cuando Juan Guaidó, designado por Donald Trump, y autoproclamado presidente interino de Venezuela, asesorado por el Departamento de Estado, propuso el pasado 7 de mayo, ante la Asamblea Nacional (AN) en desacato, solicitar a la OEA y al TIAR reingresar nuevamente en dicho tratado, del cual Venezuela había salido en el año 2013.
Luego de más de dos meses de aplazamiento de la propuesta y en una segunda discusión este órgano legislativo en desacato, aprobó la reincorporación de Venezuela al TIAR, hecho que, anunciaba en Twitter, Juan Guaidó, en la primera quincena de Julio.
Se hace evidente, que ante la debilidad de los opositores partidos políticos Voluntad Popular y Primero Justicia y la imposibilidad de ganar electoralmente y alcanzar el poder en Venezuela, descartan las vías legitimas, previstas en la Constitución Bolivariana y no apegarse a las leyes, y subordinados a los planes de Estados Unidos, buscan legitimar la intervención militar para llegar al poder.
Pero la maniobra política en la OEA se le complica a Estados Unidos a Colombia, a Juan Guaidó, a la Asamblea Nacional en desacato, dos acontecimientos de suma gravedad uno y el otro de gran importancia para la concordia y la paz.
El primero: ¿Cómo justifica Estados Unidos las relaciones de Juan Guaidó, con el Cartel de los narco-paramilitares Los Rastrojos, que tuvieron a su cargo la seguridad del autoproclamado para llegar a Cúcuta a reunirse con el presidente de Duque, y los mandatarios de Chile y Paraguay y Luis Almagro, para formar parte del Show, ¿montado por Colombia siguiendo las ordenes de Estados Unidos contra Venezuela?
El segundo, la firma de los Acuerdos para mediante el diálogo y la negociación entre el Gobierno de Nicolás Maduro y una oposición sensata, que desea resolver la crisis venezolana entre ellos y no ser un instrumento de las ambiciones intereses de Estados Unidos. Con este paso los terroristas grupo de Voluntad Popular y Primero Justicia, quedan aislados y sin argumentos.
Con este grave escándalo político y moral, representado por el autoproclamado Guaidó, vinculado a uno de los carteles de la droga más sanguinario de Colombia, y por el otro lado, la firma de Acuerdos de paz y concordia de los opositores partidos COPEI y Acción Democráticas entre otros, los Cancilleres que forman parte de la OEA, en su próxima reunión, tendrán la histórica misión de votar a favor de rechazar semejante y diabólico plan o favorecer la restauración del TIAR y dar un paso para convertir estas tierras latinoamericanas, en una zona de guerra y no de paz y bañar de sangre la región. La historia hará el juicio final.
Esperemos que reine la prudencia y la sensatez, el diálogo y la conciliación es la única salida a las crisis venezolanas, luchemos junto a ese hermano pueblo porque Estados Unidos, suspenda todas sus sanciones y se deje a Venezuela seguir su propio y soberano destino en paz.
(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
La Habana, Cuba, 17 de septiembre de 2019. 22.30 hrs.