Por Alexis Moncayo

Es que, ¿Quién quisiera serlo? Me pregunto esto a partir de la respuesta del Presidente de Argentina Alberto Fernández cuando un periodista cuestionó la posibilidad de una ruptura con Cristina, la Vicepresidenta. Alberto, acertadamente, respondió que él no es Lenin Moreno; que llegó con Cristina y que se irá con ella. En esa respuesta más que un insulto hay coherencia, consecuencia, lealtad y verdad, valores totalmente ajenos a Moreno y todo lo que su gobierno representa.

Moreno, para los desmemoriados o para quienes tienen esa suerte de memoria selectiva, llegó auspiciado por la Revolución Ciudadana. Claro, sin ese músculo político no habría sido elegido presidente ni ganado la elección a Guillermo Lasso. No me cansaré de decirlo, no voté por él ni en primera ni en segunda vuelta porque a mi criterio era un pésimo candidato, más allá de lo simpático que podía resultar por esa imagen totalmente falsa e hipócrita que había mostrado de ser una persona con discapacidad que venció la adversidad practicando el buen humor. Hoy no solo ratifico que fue un mal candidato, sino de que ha sido un Gobernante incompetente, inoperante y simplón.

Pero a más de eso, Moreno es el estandarte de uno de los antivalores más repugnantes de la política como es la traición: traicionó a sus compañeros, a su Presidente, a su militancia, a sus votantes, en resumen, al país. El giro que adoptó Moreno en sus políticas sociales y económicas acercándose a la banqueros -a quienes de paso les dijo que estaba empezando a “odiar a quienes votaron por él”, o a los gerentes y directores de los medios de comunicación con quienes pactó el bloqueo mediático al correísmo a cambio de la reforma a la Ley de Comunicación y la pauta oficial- significó un duro golpe para la mayoría de los ciudadanos de este país. El costo de la traición la hemos pagado todos en Ecuador.

Hoy, que un sector de la opinión pública y la prensa alineada con la candidatura presidencial de CREO repiten en coro que Moreno llegó con el correísmo al poder, vale recordarles estos detalles así como aquel episodio de octubre de 2019 en que Moreno quien estaba atrincherado en Guayaquil, protegido por la alcaldía socialcristiana, CREO, los Bucaram y otros, refiriéndose a Jaime Nebot y Guillermo Lasso decía lo siguiente:


“Estimados amigos, y cuando yo digo estimados es porque realmente los estimo; y los estimo porque cada vez que escucho sus pronunciamientos estoy de acuerdo con ellos. En lo único que diferimos es tal vez en el tiempo, nada más. Ellos van a ser algún momento presidentes de la República, claro que lo van a ser; no sé cuánto tiempo demore, pero van a ser presidentes de la República y me alegro y deseo que algún momento así sea”.

Volviendo a la frase de Alberto “Yo no soy Lenin Moreno”, el significado de la misma y su connotación la ha puesto el mismo Moreno: ¿quién quisiera ser considerado traidor, quién quisiera ser recordado como el promotor de la persecución de gente inocente?, nadie por eso suscribo a Alberto y reitero YO NO SOY LENIN MORENO, que lo sean sus aliados.


Volviendo a la frase de Alberto “Yo no soy Lenin Moreno”, el significado de la misma y su connotación la ha puesto el mismo Moreno: ¿quién quisiera ser considerado traidor, quién quisiera ser recordado como el promotor de la persecución de gente inocente?, nadie por eso suscribo a Alberto y reitero YO NO SOY LENIN MORENO, que lo sean sus aliados.

Por Editor