Ezequiel O. Salinas

¿Cómo debemos leer la remoción del embajador en el Reino Unido, Carlos Abad? Parece que es una señal positiva. Seguramente implica que el embajador se negó a cumplir una instrucción violatoria de los derechos humanos y de la Constitución ecuatoriana. Pareciera que Abad sí sabe leer la historia. Si es así, la historia lo recordará. Felicitaciones.

María Fernanda Espinosa, hoy Presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas ha recalcado en estos días los derechos humanos de Julian Assange. Felicitaciones.

¿Qué se viene ahora? Moreno y José Valencia deben buscar un embajador o una embajadora que tenga el beneplácito del Reino Unido. Esto quiere decir que el Reino Unido puede vetar la designación del nuevo diplomático. Algunas fuentes han mencionado que esa persona sería Eduardo Jurado, el ministro y accionista de GEA (la empresa involucrada en el fraude financiero de los débitos ilegales), a quien recientemente se le aceptó la renuncia. Si es así, la historia los recordará como viles verdugos.

Si asumimos que actúan de buena fe, quienes dirigen los destinos en la Cancillería piensan que violando los derechos humanos de Assange van a poder lograr mayores concesiones de Estados Unidos. Analicemos. Los derechos humanos no son negociables, pero aun reconociendo eso, los que lideran el Servicio Exterior dicen que solo se violarían sus derechos humanos un poquito porque aunque ya se hizo pública la persecución de la justicia militar estadounidense, no tendría la pena de muerte. Ignoran la voz del Grupo de Trabajo de Detención Arbitraria de las Naciones Unidas. Ignoran la opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ignoran la Constitución ecuatoriana. Ignoran la jurisprudencia generada por las propias decisiones del Ecuador.

El protocolo inhumano que exige que los visitantes de Assange entreguen el número de IMEI (identificador único para fines de interceptación y vigilancia) de sus teléfonos celulares demuestra al menos los siguientes comportamientos de carácter represivo: 1) que buscan intimidar y asustar a sus visitantes, 2) que van a dar uso a esa información –precisamente mediante el inconstitucional espionaje de los teléfonos–, 3) que van a compartir inconstitucionalmente esa información con las agencias de inteligencia de otros países. Y si alguien se niega a entregar su información personalísima, se “entiende” que Assange “renuncia” al asilo político. (Parece que se contagiaron de las aceptaciones implícitas a los débitos de GEA).

Y ante este protocolo inhumano, el compatriota Assange solicitó una pertinente y natural acción de protección constitucional al Estado ecuatoriano. Quedarán como verdugos otrora ciudadanos celosos de los derechos humanos como Íñigo Salvador, José Valencia y la jueza Karina Martínez, quienes se lo negaron.

¿Qué concesiones buscan de parte de los Estados Unidos? Buscan inconstitucionales acuerdos de libre comercio e inconstitucionales tratados bilaterales de inversión. Nada más. Ser verdugos de Assange para poder ser verdugos de la economía nacional. Si quisieran sacar concesiones de EE.UU. que realmente favorezcan a los ecuatorianos habrían continuado la política de diversificación de las relaciones económicas internacionales y una apuesta profunda por la integración latinoamericana. Ojalá no sean concesiones de beneficio personal, ojalá no sean amenazas imperiales a sus personas y sus familias.

Es en estos momentos, de crisis, de relevancia histórica, que las acciones individuales valen más que su propio peso. Las disposiciones de los efímeros se archivarán. Las acciones valientes se recordarán. Nadie recuerda quién fue su delator y menos su juzgador, pero hoy todos recuerdan a Chelsea Manning y al presidente que acortó su pena.

Ante la ausencia de embajador en Londres, se quedará como Encargado de Negocios el funcionario de mayor antigüedad. Según el directorio de Cancillería, será el diplomático Leopoldo Robayo, con rango de ministro del servicio exterior. Esperemos que Leopoldo Robayo sepa negarse, y luego también los terceros secretarios, a cumplir órdenes inconstitucionales y violatorias de derechos.

Leo, no tienes por qué ser amigo de un perseguido para actuar privilegiando sus derechos humanos. Como Antonio Muñoz Borrero, diplomático que salvó a cientos de judíos de la muerte, hoy tienes la oportunidad de pasar a la historia salvando a un ícono de estos tiempos, quien ha luchado por entender y develar el porvenir de la humanidad a través de la publicación de los documentos que descubren el verdadero accionar de sus instituciones más poderosas; porque solamente conociendo la verdad de cómo actúan estos poderes el mundo entero puede valorar su situación y plantearse un mejor futuro, o al menos uno más seguro. Assange reveló la adicción por el dinero de estas Instituciones y sus representantes; y demostró que los pueblos son engañados para que apoyen -contra sus propios intereses- guerras e invasiones. Assange reveló que las palabras y los titulares de periodistas y muchísimos medios de comunicación son los auténticos responsables por la muerte y la pobreza de millones de seres humanos. Assange publicó evidencia de asesinatos atroces y de corrupción en la cúspide del poder planetario.

Tienes a tu favor todo el peso del derecho internacional, de la Constitución y de la ley. Tienes el precedente del embajador Abad. Pero sobre todo, tienes de tu lado la historia de la humanidad.

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